La liberalización del mercado cambiario en abril desató una histórica demanda minorista de divisas, impulsada por la eliminación de restricciones y un nuevo esquema de flotación administrada.
La decisión del gobierno de Javier Milei de eliminar el cepo cambiario el pasado 11 de abril provocó una reacción inmediata en el mercado: en solo dos semanas, un millón de personas adquirieron más de US$ 2.000 millones, marcando el mayor volumen de compras minoristas desde 2019.
Según datos del Banco Central (BCRA), en abril se compraron US$ 2.024 millones para atesoramiento o cobertura de gastos, de los cuales US$ 1.938 millones correspondieron a billetes físicos. Este fenómeno también impulsó un aumento de US$ 1.000 millones en los depósitos en dólares dentro del sistema financiero.
La medida formó parte de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por US$ 20.000 millones, que incluyó la adopción de un régimen de bandas cambiarias entre $1.000 y $1.400 por dólar . Este nuevo esquema busca estabilizar el tipo de cambio, respaldado por los fondos del FMI y créditos adicionales de otros organismos internacionales.
El levantamiento del cepo también generó un reacomodamiento de carteras y un incremento en estrategias especulativas de corto plazo, como el “carry trade”, impulsadas por atractivas tasas de interés del 34% nominal anual.
A pesar de la fuerte demanda de dólares, el tipo de cambio oficial se mantuvo dentro de la banda establecida, cotizando actualmente en torno a los $1.135 por dólar . El gobierno apuesta a que la combinación de mayor ingreso de divisas por parte del sector agroexportador y políticas de restricción monetaria contribuirán a fortalecer el peso y contener la inflación.
Este cambio en la política cambiaria representa un giro significativo en la economía argentina, con implicancias que aún están por verse en términos de estabilidad financiera y confianza en la moneda local.