17 junio, 2025 4:03 pm

CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER SE VICTIMIZA EN LA SEDE DEL PJ NACIONAL: COMPARÓ SU POSIBLE CONDENA CON LOS FUSILAMIENTOS DEL 56′ Y DIJO QUE “ESTAR PRESA ES UN CERTIFICADO DE DIGNIDAD”

En un acto partidario rodeada de fieles, Cristina Kirchner arremetió contra la Corte Suprema y el Gobierno, se autodefinió como una “fusilada que vive” y declaró que ir presa sería un “certificado de dignidad”. Lo hizo en la previa del fallo por corrupción en la causa Vialidad. Mientras tanto, el peronismo ensaya una épica para tapar lo que los jueces evalúan como delito.

Una puesta en escena para victimizarse

Cristina Fernández de Kirchner volvió al centro de la escena este lunes en la sede del PJ nacional, con un discurso cargado de dramatismo, referencias históricas forzadas y su ya habitual estrategia de victimización política. En un acto organizado como “respuesta” ante la inminente decisión de la Corte Suprema sobre su condena en la causa Vialidad, la expresidenta comparó su situación judicial con los fusilamientos de 1956 y se definió como “una fusilada que vive”.

Acompañada por el gobernador Axel Kicillof, sindicalistas, legisladores y la dirigencia que aún le responde, CFK dio una clase magistral de autoindulgencia política. “Estar presa es un certificado de dignidad”, proclamó sin inmutarse, en alusión a una eventual condena que la inhabilite políticamente. El auditorio, cuidadosamente seleccionado, estalló en aplausos.

De condenada a mártir: una épica reciclada

La frase que repitió hasta el hartazgo fue que su eventual encarcelamiento sería una “distinción”. Pero fue más allá: “Soy una fusilada que vive”, aseguró, en referencia al intento de magnicidio de 2022, con un tono entre mesiánico y melodramático. Según su relato, no hay justicia ni legalidad que la toque sin que ello sea parte de un plan de persecución, de proscripción, o de alguna conspiración histórica.

La exvicepresidenta —condenada en primera instancia a seis años de prisión por direccionar obra pública en favor de Lázaro Báez— no habló de pruebas, ni de documentos, ni de enriquecimiento ilícito. Habló de lealtades, traiciones, fechas patrias y construyó una épica en la que ella, nuevamente, es víctima del sistema, del neoliberalismo, de los jueces y, ahora, también del presente.

Críticas al Gobierno y romanticismo militante

No faltaron los dardos al Gobierno nacional. “Este Gobierno cachivache va a fracasar”, sentenció con desprecio. Lo que no explicó es por qué su espacio político —que gobernó 16 de los últimos 22 años— no logró resolver los problemas que ahora atribuye a la administración de Javier Milei. La autocrítica brilló por su ausencia.

En su versión 2025, Cristina mezcla nostalgia con mística militante: ensaya una epopeya donde la corrupción no es delito, sino resistencia; y la condena judicial, una prueba de lealtad. La lógica es sencilla: si la persiguen, es porque hizo las cosas bien. Un razonamiento que sirve más para la tribuna que para un tribunal.

El PJ detrás de la bandera del “lawfare”

El acto fue también un intento de reagrupamiento interno. La sede de Matheu 130 sirvió como refugio de los leales que aún creen que Cristina es una víctima del “partido judicial” y no una dirigente que debe responder por delitos de corrupción. Se vieron referentes del massismo, intendentes bonaerenses, figuras de La Cámpora y hasta algunos sindicalistas que parecían más preocupados por conservar privilegios que por la institucionalidad.

Kicillof, que busca posicionarse para 2027, se mostró disciplinado, sabiendo que todavía necesita el capital simbólico del “cristinismo” duro. El peronismo, sin conducción clara, apuesta a reciclar una épica que ya no convence más allá del núcleo duro.

Lo que viene: el fallo de la Corte y el calendario electoral

La Corte Suprema podría pronunciarse en las próximas semanas sobre la validez de la condena dictada por el TOF 2 en la causa Vialidad. Si el fallo se confirma, Cristina Kirchner quedaría inhabilitada para competir en las elecciones bonaerenses, algo que muchos en su entorno consideran parte del plan de “proscripción” que denuncian desde hace años.

Lo cierto es que la posible detención de CFK (seguramente domiciliaria) no parece un gesto de persecución sino una consecuencia judicial. Y sin embargo, el peronismo ya prepara su reacción: paros gremiales, discursos incendiarios, denuncias de lawfare y una nueva cruzada contra el Poder Judicial.

Un relato que se agota

Cristina Kirchner ya no gobierna, no legisla, ni define candidaturas. Pero domina aún el tiempo político de su espacio. Sus discursos, plagados de referencias al pasado y construcciones simbólicas, buscan tapar una realidad incómoda: fue condenada por corrupción. Y más allá del tono heroico con que lo quiera vestir, la Justicia no juzga relatos, sino hechos.

Mientras tanto, la ciudadanía mira con escepticismo una película que ya vio demasiadas veces. Una en la que la protagonista se niega a dejar el escenario, aunque el telón ya haya caído.

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