El fallo de la Corte Suprema que ratifica la condena por corrupción a Cristina Kirchner provocó escenas de llanto, rezos y abrazos entre legisladores del oficialismo. Mientras CFK se presenta como mártir de la patria proscripta, la pregunta se impone: ¿qué dicen ahora Grasso, González, Belloni y Cotillo? ¿Van a seguir fingiendo que esto no es con ellos también?
Crisis, drama y liturgia justicialista tras el golpe judicial a la Jefa
La Corte Suprema de Justicia ratificó el martes la condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua contra Cristina Fernández de Kirchner por administración fraudulenta en la causa Vialidad. En paralelo a la lectura técnica del fallo, la escena en el Congreso de la Nación se volvió más teatral que institucional: senadores y diputados del Frente de Todos estallaron en llanto, rezos, abrazos sentidos y promesas de resistencia.
La reunión de urgencia fue convocada por la propia Cristina en la sede del PJ Nacional, donde recibió primero a sus senadores, visiblemente conmovidos. La senadora Juliana Di Tullio lloró en silencio durante casi toda la reunión. Anabel Fernández Sagasti pidió que se cantara el himno y la diputada Victoria Tolosa Paz propuso “una vigilia federal por la democracia”.
Luego se sumaron diputados, intendentes, sindicalistas y ministros provinciales. La consigna no fue jurídica, sino mística: convertir el fallo judicial en un gesto de consagración política. “Estar presa es un certificado de dignidad”, dijo Cristina ante una audiencia que respondía con aplausos y llanto. A nadie se le ocurrió discutir la estrategia de victimización. Nadie preguntó por los fondos desviados ni por las pruebas ratificadas por los jueces.
