Con respaldo nacional y décadas de trabajo colectivo, Santa Cruz consolida la identidad de un fruto único en el mundo. Un hito productivo, cultural y territorial con proyección global.
En enero de 2025, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía reconoció oficialmente la Denominación de Origen “Cereza del Valle de Los Antiguos – Patagonia”, un logro que destaca tanto la calidad única del fruto como su arraigo territorial. Este refrendo no solo protege legalmente la identidad del fruto, sino que también impulsa su proyección comercial, especialmente en mercados internacionales.
El camino hacia este reconocimiento comenzó hace más de cuarenta años, cuando surgieron las primeras plantaciones y se estableció una cooperativa local en Los Antiguos, en el noroeste de Santa Cruz. Sin embargo, fue en 2011 cuando el INTA inició los estudios formales para caracterizar la fruta, a través de talleres sensoriales y evaluaciones que revelaron sus propiedades distintivas: un dulzor pronunciado, firmeza, color intenso, y un largo periodo de maduración –algunas cerezas tardan más de 100 días en formarse, frente a los 70–80 habituales en otras regiones–.
Durante los últimos cinco años se intensificó el trabajo institucional: se constituyó una asociación civil de productores, se obtuvieron personería jurídica, se elaboró un protocolo de calidad y se gestionó el apoyo del Consejo Agrario Provincial y el CFI para financiar la implementación. El vocal director del CAP, Facundo Kachewski, destacó la relevancia de esta articulación interinstitucional.
Las condiciones naturales de Los Antiguos —altísima luminosidad, amplitud térmica, baja humedad ambiental y moderación climática por su altitud y cercanía a la cordillera y al Lago Buenos Aires— favorecen una mayor acumulación de azúcares y materia seca. Además, el trabajo de campo es clave: se aplican técnicas específicas de riego, nutrición, poda, cosecha y poscosecha que aseguran el trazado desde el origen hasta el producto final.
Este distintivo adquiere especial valor al considerar que las cerezas del Valle de Los Antiguos —la más austral del mundo, según los productores locales— ya representan más del 60 % de la producción exportada. Además, en 1995 se concretó la primera exportación formal, lo que permitió a la fruta patagónica ganarse un lugar en el mercado internacional.
La Denominación de Origen no solo representa un sello de garantía comercial, sino también la consolidación de un proyecto comunitario que articula tradición, ciencia, territorio y calidad. En un país donde este tipo de certificaciones son escasas, la cereza patagónica se suma a las pocas designaciones que existen (como la uva en Cuyo o el aceite de oliva en el norte), pero con la particularidad de ser la más austral del mundo, lo que le da un carácter único.
Este espaldarazo oficial puede multiplicar el impacto económico y social en la región: fortalecer las cooperativas, promover el arraigo rural, atraer nuevas inversiones y ofrecer mejores oportunidades a los productores. Para la próxima cosecha se espera implementar los protocolos exigidos para ostentar el sello, con el acompañamiento de una consultora especializada y el CFI, lo cual marcará el inicio de una nueva etapa en su comercialización.
En síntesis, con el reconocimiento nacional al sello “Cereza del Valle de Los Antiguos – Patagonia”, Santa Cruz pone en valor un fruto emblemático cuyo sabor inconfundible une historia, paisaje, cultura, ciencia y futuro. Un fresón patagónico que, con identidad y calidad, ya es orgullo de la región y emblema del agro austral.