Mientras los barrios de Río Gallegos se hunden en el barro, el Municipio paga viajes para militar en Buenos Aires
Los vecinos de Río Gallegos lo ven todos los días: calles de tierra destrozadas, pozos que se transforman en lagunas, barro que se vuelve trampa cada vez que llueve. Pero el problema, a esta altura, no es la falta de presupuesto, sino la decisión política de adónde dirigirlo.
Mientras las calles esperan una solución que nunca llega, Sara Delgado, secretaria de Gobierno del intendente Pablo Grasso, se dedica a coordinar colectivos y sacar pasajes de avión para ella y otros militantes que viajan a Buenos Aires a participar de actos en apoyo a Cristina Fernández de Kirchner.
¿Y el asfalto? ¿Las mejoras prometidas? ¿La urbanización mínima para que los vecinos puedan salir de sus casas sin empantanarse? Todo en pausa.
El Municipio sí tiene recursos. Pero elige usarlos en movilización política, carteles, prensa oficialista, catering y campañas militantes. Gestionan aplausos, no soluciones.
Esta no es una discusión técnica ni económica. Es moral. Porque mientras miles de familias empujan el barro para ir a trabajar o llevar a sus hijos a la escuela, los funcionarios viajan en nombre del pueblo, pero con la billetera del pueblo.
Río Gallegos está como está porque el poder local prioriza sostenerse a sí mismo, no mejorar la vida de sus ciudadanos. Y esa elección cotidiana, silenciosa, pero persistente, explica por qué la plata no alcanza para asfaltar tu calle, pero sí para llenar una tribuna militante en Buenos Aires.
