Kirchner, Menna y Aravena respaldaron a Cristina Fernández pese al fallo por fraude con obras públicas en Santa Cruz
En una escena cargada de simbolismo político y controversia institucional, la senadora nacional Alicia Kirchner, el intendente de Río Turbio, Darío Menna, y el jefe comunal de 28 de Noviembre, Aldo Aravena, se hicieron presentes en la Plaza de Mayo para participar de la marcha de respaldo a Cristina Fernández de Kirchner, recientemente condenada por corrupción en la causa Vialidad.
El fallo, confirmado por la Corte Suprema, determinó que la expresidenta fue responsable de una maniobra de defraudación al Estado mediante la adjudicación irregular de obras viales a favor del empresario Lázaro Báez. Muchas de esas obras jamás se concretaron. La gran mayoría de las promesas incumplidas y licitaciones dudosas se concentraron, precisamente, en Santa Cruz, provincia de origen del kirchnerismo.
LA MEMORIA DE LOS SANTACRUCEÑOS
Lejos del aparato simbólico desplegado en Plaza de Mayo, en Santa Cruz la memoria persiste. Los vecinos recuerdan con claridad las obras nunca realizadas, las rutas que comenzaron con un cartel y quedaron en ripio, las licitaciones repetidas, los presupuestos millonarios evaporados y las estructuras viales inconclusas. Aquellas rutas fantasmas no solo significaron un desfalco económico; fueron también una promesa quebrada al interior provincial.
En este contexto, que tres referentes santacruceños se presenten públicamente a apoyar a quien fue hallada culpable por un esquema de corrupción que afectó directamente a su provincia, no resulta un acto menor. Es, en todo caso, una reafirmación del pacto político que ha priorizado el blindaje partidario por sobre la representación ciudadana y el respeto institucional.
SILENCIO CÓMPLICE O COMPLICIDAD ACTIVA
Que Alicia Kirchner, exgobernadora, participe del acto en respaldo a su cuñada no sorprende, pero tampoco deja de ser revelador. Fue bajo su gestión que muchas de las obras licitadas y luego abandonadas debieron haberse ejecutado o, al menos, controlado. Su presencia en la marcha representa no solo un gesto de apoyo personal, sino una negación explícita del fallo judicial, una especie de blindaje político que desdibuja las fronteras entre lo legal y lo partidario.
Tanto Menna como Aravena, intendentes de localidades pequeñas que conocen en detalle las necesidades estructurales de sus comunidades, también optaron por acompañar la defensa de una figura condenada, ignorando el reclamo histórico de su gente por obras reales y transparencia pública.
¿DEFENSA POLÍTICA O DESPRECIO AL FALLO JUDICIAL?
La narrativa oficial del kirchnerismo intenta enmarcar la condena de Cristina Fernández como parte de una supuesta “persecución judicial” u “operación política”, sin detenerse a responder por los documentos, pericias y pruebas que respaldan la sentencia. En lugar de un debate institucional sobre los límites del poder y el control de los recursos públicos, lo que se ofrece es una épica de victimización sin autocrítica.
Esta escena —la de funcionarios actuales respaldando a una figura condenada por desviar fondos del Estado— plantea interrogantes más profundos sobre la cultura política argentina y el nivel de tolerancia institucional frente a la corrupción.
¿QUÉ LES QUEDA A LOS CIUDADANOS?
Los santacruceños, que conviven desde hace décadas con promesas incumplidas, no necesitan leer un expediente para saber lo que ocurrió. La estafa tiene forma de asfalto partido, carteles oxidados y rutas que nunca llegaron. Ver a sus propios representantes apoyar esa lógica solo profundiza una desconfianza que ningún acto partidario puede revertir.
La justicia habló. Ahora, la política debería escuchar. Pero en algunos sectores, la lealtad partidaria parece seguir pesando más que la verdad judicial o la representación ciudadana.
