Flybondi cambia de dueño: un fondo estadounidense con vínculos políticos toma el control en medio de denuncias por irregularidades, promesas de inversión y una crisis operativa aún sin resolver.
En una movida empresarial que sacudió el sector de la aviación low cost, la argentina Flybondi anunció el miércoles 18 de junio de 2025 que pasó a manos del fondo estadounidense COC Global Enterprise, que ahora será su principal accionista y asumirá el control del directorio. Según el comunicado, la transacción no solo «garantiza la continuidad de los puestos de trabajo» (actualmente 1.525 empleados), sino que además apunta a reordenar las finanzas, ampliar rutas e incorporar más aviones.
¿Quién está detrás de COC Global Enterprise?
El fondo está liderado por Leonardo Scatturice, un empresario argentino radicado en Miami con un currículum heterodoxo: se le atribuye haber sido ex‑agente de la SIDE y tener estrechos vínculos con el entorno del presidente de facto Santiago Caputo. Su nombre cobró notoriedad tras el aterrizaje polémico de un Bombardier suyo en Aeroparque en febrero pasado, cargado con valijas que no fueron sometidas al control aduanero, aparentemente amparadas por «una orden de arriba».
Aprovechando este historial, diversos medios advierten que la llegada del fondo podría responder no solo a una búsqueda de inversión, sino también a un interés político o vinculaciones poco claras.
Crisis estructural precedentes
El acuerdo llega tras varios meses donde Flybondi fue señalada como la aerolínea con mayor porcentaje de cancelaciones e impuntualidad en la región. Un informe de Adventus marcó que, entre enero y marzo de 2025, su índice de cancelaciones fue del 2,04 %, triplicando a la segunda peor compañía, la paraguaya Paranair (0,77 %) . El gobierno nacional incluso le dio un ultimátum para revertir la situación.
El extra: freno a salida a Nasdaq
Otro indicio de las dificultades del grupo fue la suspensión del plan de salida a la bolsa de Nueva York a través de una fusión inversa en 2023. Luego de negociar con Integral Acquisition Corporation, el proceso quedó postergado por tiempo indefinido.
Si bien la inyección de capital de COC puede ofrecer un salvavidas al permitir la incorporación de aviones, expansión de rutas y servicios “handling” a terceros, el fondo aterriza en medio de una turbina de dudas: ¿viene a poner plata o a ampliar influencia? La indefinición sobre la magnitud de la inversión y el rol que seguirá desempeñando Cartesian Capital Group como accionista minoritario sospecha que el rescate podría quedar más cerca de una reestructuración corporativa —y menos de un giro genuino hacia la eficiencia—.
Además, con antecedentes de injerencia política en regulaciones y privilegios (como ocurrió con su avión no inspeccionado), la presencia de Scatturice despierta recelos sobre una eventual captura estatal o una reconfiguración del transporte aéreo bajo intereses extra‑comerciales.