La Comunicación “A” 8261, que obligaba a informar con 48 horas de anticipación estas compras, deja de regir a partir del 23 de junio. La medida busca fomentar el “plan colchón” y reposicionar los dólares dentro del sistema formal.
En un paso decisivo hacia la liberalización cambiaria, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) suprimió ayer la exigencia que obligaba a las entidades bancarias a informar con 48 horas hábiles de anticipación las operaciones de compra de dólares superiores a US$100.000, tanto de personas físicas como jurídicas. Esta resolución, conocida como Comunicación “A” 8261, entrará en vigencia el próximo lunes, 23 de junio.
Esta normativa, vigente desde 2019, formaba parte del endurecido cepo cambiario implantado durante gestiones anteriores. Su eliminación es vista por las autoridades como un signo de confianza en la acumulación de reservas, que hoy se ubican por encima de los US$40.200 millones, tras registrar un incremento de US$93 millones en los últimos días.
Según el BCRA, esta decisión busca simplificar el acceso al dólar y favorecer el denominado “plan colchón”, que apunta a atraer los ahorros en divisas informalmente guardados hacia el circuito regulado . En línea con esta lógica, la entidad monetaria ya había eliminado en febrero la obligación de que los bancos informaran la liquidez en dólares para créditos, habilitando a las entidades a otorgar préstamos en esa moneda.
La medida llega en un marco de continuidad en la política de flexibilización cambiaria iniciada en abril bajo la denominada Fase 3, que incluyó la eliminación del tope de US$200 mensuales para personas físicas y la introducción de bandas móviles para el dólar oficial, entre $1.000 y $1.400, con revisión mensual . A esto se sumaron otros ajustes más recientes como mayores umbrales para la declaración de movimientos financieros, diseñados para reducir los reportes al fisco y aliviar la carga burocrática.
Sin embargo, no todo responde solo a una agenda de desburocratización. Varios analistas coinciden en que estas medidas buscan también contener la demanda informal de dólares y preservar las reservas. En particular, la supresión del régimen informativo anticipado libera previsiones financieras a bancos y empresas, aliviando una capa de regulación poco efectiva, según argumentan desde el BCRA.
¿RENACIMIENTO O RIESGO?
Para algunos sectores, este giro demuestra un BCRA cada vez más saneado y preparado para operar en un mercado cambiario más abierto. Las reservas en aumento y la normalización de instrumentos monetarios, como el cierre de “puts” sobre títulos públicos por US$5,9 billones, apuntalan un marco de mayor previsibilidad.
No obstante, críticos señalan riesgos: eliminar controles sin reforzar supervisión bancaría podría aumentar la vulnerabilidad ante artimañas financieras. La gran diferencia con casos anteriores es que los pasos se dan dentro de un esquema donde el BCRA también avanzó en recomponer su balance, reduciendo pasivos y afinando regulaciones de encajes.
Por otro lado, resta por verse cómo impactarán estas medidas en la brecha cambiaria, en un contexto donde las importaciones crecen (29,4 % en mayo) y la balanza de servicios registra déficit creciente . El desafío será equilibrar el objetivo de reingreso de divisas informales con la estabilidad financiera del mercado.
¿QUÉ SIGUE EN LA AGENDA?
A partir de julio se dejarán de ofrecer ciertos instrumentos como las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), reemplazando a las Leliq y modificando el régimen de encajes bancarios .
El Gobierno deberá afrontar, el 9 de julio, vencimientos de deuda por US$4.400 millones que podrían presionar las reservas.
Continúa la evolución de un mercado de divisas con bandas de flotación, que el BCRA monitorea mensualmente para evitar rupturas abruptas .
La supresión de la Comunicación “A” 8261 es un hito dentro de una estrategia más amplia. Su éxito dependerá de la capacidad regulatoria del BCRA para sostener equilibrio entre apertura financiera y control macroeconómico.