29 julio, 2025 8:03 pm

MILEI CELEBRA UNA GUERRA AJENA MIENTRAS AJUSTA LA ARGENTINA COMO CAMPO EXPERIMENTAL OCCIDENTAL

El presidente celebró el ataque de Estados Unidos a Irán como “un gran día para la civilización occidental”. Mientras tanto, ejecuta una reestructuración brutal del Estado, alinea la política exterior con Israel y el Pentágono, y transforma al país en laboratorio del neoliberalismo autoritario.

Javier Milei volvió a elegir el ruido internacional para hacer oír su voz. No sobre el hambre en la Argentina, la falta de medicamentos, los miles de despidos o la emergencia sanitaria. El presidente apareció en redes para aplaudir el reciente ataque de Estados Unidos a Irán —una operación militar que dejó decenas de muertos— con un mensaje que no dejó lugar a ambigüedades: “Hoy es un gran día para la civilización occidental”. La frase fue acompañada por una cadena de retuits que celebraban la acción bélica, entre ellos del fundador de Mercado Libre, Marcos Galperín, con quien Milei comparte afinidades ideológicas y modelo de país.

Lejos de una diplomacia prudente, el jefe de Estado profundiza su alineamiento con Washington y Tel Aviv, en una política exterior sin matices. Desde su asunción, definió a Israel como bastión ético del mundo, se fotografió con Netanyahu, trasladó la embajada argentina a Jerusalén —desconociendo el consenso internacional sobre Palestina— y celebró a Donald Trump como referente global. No se trata solo de gestos simbólicos: la relación con el Pentágono incluye cooperación en ciberseguridad, vigilancia interna y compra de armamento. La nueva doctrina de seguridad nacional ya se aplica puertas adentro.

En paralelo, Milei despliega una ofensiva feroz contra el Estado argentino. Bajo el eufemismo de “motosierra”, eliminó organismos de control, cerró ministerios, desfinanció áreas clave como salud, educación y cultura. Solo en los primeros meses de gestión, despidió a más de 34.000 trabajadores públicos. El recorte en salud supera el 48 % del presupuesto nacional. Se cerraron programas de vacunación, suspendieron entregas de fármacos oncológicos, se desmanteló la agencia DADSE y se dejaron sin cobertura a personas con VIH, diabetes, cáncer o enfermedades poco frecuentes. Médicos y ONG afirman que ya hubo al menos 60 muertes evitables.

A este panorama se suma un reciente decreto que otorga a la Policía Federal facultades excepcionales: podrá detener sin orden judicial, realizar espionaje preventivo, infiltrar manifestaciones y vigilar redes sociales. Amnistía Internacional, el CELS y organismos de derechos humanos denunciaron la medida como autoritaria y contraria al Estado de Derecho. La justificación oficial: “modernizar” las fuerzas al estilo del FBI y el Mossad.

El presidente gobierna por decreto, insulta al Congreso, desoye fallos judiciales y se ufana de “dinamitar” todo lo existente. Mientras tanto, la pobreza supera el 50 %, la economía cae más del 4 % y la desocupación comienza a trepar. Aunque celebran la baja de la inflación —producto más de la recesión que de un plan económico—, los índices sociales son devastadores. El FMI elogia el ajuste. Wall Street aplaude. El pueblo argentino resiste.

Milei avanza con una lógica de confrontación: en el plano local, contra el sindicalismo, las universidades, los movimientos sociales y las provincias; en el plano internacional, contra el multilateralismo, el Papa y todo lo que no sea la tríada de poder que idolatra: Estados Unidos, Israel y los mercados.

Para Milei, el Estado argentino es un obstáculo. El pueblo argentino, un costo. El futuro, un experimento. Por eso celebra bombardeos en Medio Oriente mientras desmantela hospitales en Buenos Aires. Porque en su doctrina libertaria, la guerra y el ajuste son dos caras de una misma civilización: la que cree que solo sobreviven los fuertes, los aliados, los elegidos.

Compartir noticia
WhatsApp
Telegram

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio