4 agosto, 2025 2:16 pm

LEGUIZAMÓN MOSTRÓ QUIÉN TIENE EL PODER EN LA UCR Y QUIÉN SOLO TENÍA UN SELLO

Con la baja de Daniela D’Amico por falta de apoyo territorial, el vicegobernador santacruceño quedó como el único referente con capacidad real de armado. Su candidata, Gisella Martínez, será la única representante del radicalismo en el frente oficialista. La interna que no fue terminó revelando más de lo que ocultó.

La interna radical en Santa Cruz terminó sin ruido, pero dejó una señal clara: quién tiene poder real dentro del partido y quién solo sostenía una aspiración sin estructura. El vicegobernador Fabián Leguizamón no necesitó confrontar ni disputar para consolidar su liderazgo. La sola caída de la lista opositora, encabezada por la concejala Daniela D’Amico, bastó para mostrar que su sector es el único con capacidad de organización, despliegue territorial y respaldo efectivo.

D’Amico se bajó sin haber competido. En un comunicado donde afirmó que “no seremos parte de SER Santa Cruz” y apeló a la consigna “que se rompa, pero que no se doble”, reconoció el retiro de su sector por falta de avales y representación fuera de Río Gallegos. En contraste, el armado promovido por Leguizamón logró una lista completa, con representantes de todas las zonas de la provincia, y se presentó sin necesidad de pulsear públicamente.

La única candidata oficializada será Gisella Martínez, abogada de 35 años, con formación en la Universidad Nacional de Córdoba y trayectoria en Franja Morada. Su perfil técnico y su inserción institucional en el Congreso de la Nación y el Consejo de la Magistratura se conjugan con una pertenencia directa al espacio que conduce el vicegobernador. Martínez encabeza la lista “Soluciones”, que integrará el frente oficialista “Por Santa Cruz”, en las elecciones de octubre.

Pero lo que parecía un cierre administrativo se tiñó de escándalo. El presidente de la Junta Electoral partidaria, Roger Ojeda —vinculado a D’Amico— fue denunciado por retirar documentación oficial sin autorización del Comité Provincia y condicionar su devolución a que se asentara formalmente la no presentación de listas opositoras. La situación derivó en una intervención policial y una denuncia judicial que continúa en trámite.

Con el terreno despejado, la estructura que responde a Leguizamón quedó como única fuerza orgánica en condiciones de representar al radicalismo dentro del frente gobernante. El episodio expuso lo que el calendario electoral apenas insinuaba: que la UCR santacruceña atraviesa una etapa de vaciamiento territorial, en la que solo un sector logró sostener estructura, acuerdos y nombres propios más allá de los límites capitalinos.

Desde los sectores alineados al vicegobernador señalaron que “la falta de internas refleja unidad”, pero el dato más elocuente no fue el acuerdo sino el contraste: un armado con anclaje en el interior frente a una expresión que no logró trascender la capital. En la práctica, la interna nunca existió, porque el equilibrio de fuerzas estaba resuelto de antemano.

Leguizamón no impuso una lista: la hizo posible. No necesitó doblegar a su adversaria, porque la realidad partidaria se encargó de mostrar que el poder ya estaba en su campo. La candidatura de Gisella Martínez no fue una imposición vertical, sino la coronación de un proceso donde un solo sector demostró tener músculo, cuadros, territorio y tiempos políticos. El resto se desdibujó antes de presentar batalla.

Martínez estará acompañada por dirigentes del norte, centro y sur de la provincia: Jorge Lacrouts (Caleta Olivia), Candela Pitaccolo (Las Heras), Marcela Padrón (Gobernador Gregores) y Juan Ulloa (Río Gallegos). Su espacio busca proyectar una imagen federal y técnica, orientada a ofrecer “soluciones” desde una visión joven y profesional. Pero la clave no es solo su perfil, sino el dispositivo político que la sostiene.

Con este movimiento, el radicalismo ingresa al frente oficialista sin internas, pero también sin fisuras. Y aunque sectores como el de Daniel Roquel advierten que “no hay que mentirle al afiliado radical” y reclaman mayor transparencia en los procesos internos, lo cierto es que el peso territorial y decisivo ya cambió de manos.

La elección de octubre mostrará si esta jugada fortalece al radicalismo desde adentro o lo diluye aún más en la órbita del oficialismo provincial. Pero, por lo pronto, la interna que no fue terminó dejando claro un mapa: hay un único sector con poder real dentro del partido, y lleva el sello —y la agenda— de Fabián Leguizamón.

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