Todo muy ecológico, todo muy geodésico… pero algo huele raro.
La Municipalidad adjudicó una obra millonaria en una reserva natural por más de $415 millones, con la promesa de crear un “espacio sustentable con domos turísticos y senderos ecológicos”. Sin embargo, detrás del relato verde aparecen sombras que preocupan.
La licitación fue ganada por Ciapeco, pero la empresa que estaría ejecutando los trabajos sería Santa Cruz Construcciones, una firma que ni siquiera figura oficialmente en el proceso. ¿Subcontratación no informada? ¿Fachada? ¿O simplemente una jugada para maquillar responsabilidades?
El monto, además, llama la atención por un posible sobreprecio, especialmente en un contexto donde abundan licitaciones infladas, pliegos direccionados y falta total de controles ciudadanos.
¿Quién controla a quién?
¿Dónde está la documentación pública del contrato?
¿Qué dice el Tribunal de Cuentas?
¿Por qué no hay explicaciones oficiales?
La transparencia no se declama, se demuestra. Y en este caso, todo parece indicar que detrás del discurso ambientalista se esconde una nueva maniobra para beneficiar a los de siempre.
Desde el lugar donde se debería proteger la naturaleza, vuelve a florecer la vieja práctica del desvío de fondos públicos. Porque en Santa Cruz, cuando algo parece muy ecológico… es probable que sea otra pantalla para la corrupción.
