Con Milei enfrentado a los gobernadores, mercados cautelosos y alianzas aún sin cerrar, el país se encamina a una elección marcada por la fragmentación y la incertidumbre.
A menos de un mes del cierre de listas, el escenario electoral argentino aparece tan atomizado como incierto. En la Provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, ningún frente logró aún consolidarse con claridad. Lo mismo ocurre en el resto del país, donde las alianzas tradicionales se debilitan, emergen nuevas fuerzas y la ausencia de las PASO reconfigura el mapa político.
El oficialismo nacional, La Libertad Avanza, atraviesa un momento delicado. Aislado en el Congreso y enfrentado con todos los gobernadores, Javier Milei profundiza su estrategia de confrontación. La reciente sanción en el Senado de una ley que refuerza el gasto público —rechazada por el presidente— marcó el inicio de una nueva etapa de tensión institucional. Gobernadores peronistas, radicales y hasta aliados circunstanciales se unieron para limitar el poder de Balcarce 50.
En paralelo, el mercado da señales de inquietud: el índice Merval retrocedió esta semana y los bonos soberanos siguen cayendo, en medio de dudas sobre la gobernabilidad y la falta de un plan económico sólido. La inflación se mantiene alta, la recesión se profundiza y el conflicto judicial por YPF en EE. UU. continúa abierto.
BONAERENSES EN DESORDEN
En la provincia más codiciada electoralmente, el desconcierto es similar. En la Primera Sección, se anotan nombres conocidos como Julio Zamora, Gabriel Katopodis y Diego Valenzuela. En la Tercera, Verónica Magario suena por el kirchnerismo, mientras Graciela Camaño reaparece con fuerza desde el frente “Somos”.
El intento de fusión entre el PRO y La Libertad Avanza logró avances en la Quinta Sección (Mar del Plata), pero fracasó en Bahía Blanca, La Plata y buena parte del interior. A menos de diez días del cierre de listas, el armado territorial está lejos de cerrarse. Las figuras nacionales —Schiaretti, Manes, Ritondo— aún no definen candidaturas y eso congela a los intendentes.
Axel Kicillof, por su parte, lanzó su espacio “Movimiento Derecho al Futuro” con el objetivo de diferenciarse del PJ tradicional y el kirchnerismo, sin romper del todo con Unión por la Patria. El gobernador intenta construir una nueva identidad bonaerense, con intendentes de distintos signos políticos, buscando capitalizar el desgaste de las estructuras partidarias.
FRAGMENTACIÓN EN TODO EL PAÍS
En otras provincias, el panorama es similar. En la Ciudad de Buenos Aires, las coaliciones tradicionales están fracturadas. La Libertad Avanza apuesta por figuras nuevas, mientras el PRO intenta resistir la embestida libertaria. Juntos por el Cambio ya no existe como tal y los radicales evalúan alianzas locales con sectores peronistas no K.
En Salta, Mendoza y Córdoba también proliferan listas fragmentadas. El intento de Milei de imponer candidatos desde Buenos Aires provocó resistencia en muchas provincias, que reclaman autonomía en el armado. En paralelo, emergen coaliciones municipales y partidos vecinalistas que podrían ganar peso en octubre.
UN MAPA ELECTORAL EN MUTACIÓN
El 26 de octubre se renovarán 127 diputados nacionales y 24 senadores. A diferencia de elecciones anteriores, este año no habrá PASO nacionales, y se utilizará por primera vez la boleta única de papel. Esto obliga a los partidos a cerrar acuerdos previos más amplios y ordenados, cosa que hasta ahora no han logrado.
La falta de una fuerza dominante deja la puerta abierta a múltiples escenarios: un Congreso sin mayoría clara, alianzas circunstanciales por ley y un Ejecutivo más debilitado que nunca. El experimento libertario entrará así en su segunda fase: sobrevivir políticamente sin base legislativa sólida, sin anclaje territorial firme y con un gabinete golpeado por internas, renuncias y recambios.
El país entra en la recta final hacia una elección histórica con un sistema político fragmentado, un oficialismo sin red y una oposición sin brújula. Con las reglas cambiadas, sin PASO y con boleta única, cada alianza se juega la supervivencia en un tablero sin centro. Octubre puede no ofrecer ganadores claros, pero sí redefinirá el equilibrio de poder en una Argentina que se aleja, cada vez más, del bipartidismo.