19 septiembre, 2025 4:04 am

ADOLESCENTES EN ALERTA: SOLEDAD, DEPRESIÓN Y UN ESTADO AUSENTE

Crece el malestar emocional entre jóvenes argentinos. Las estadísticas revelan un problema estructural que aún no recibe respuestas proporcionales.

Un adolescente argentino de cada siete padece algún trastorno mental diagnosticado. Las cifras oficiales indican que entre abril de 2023 y abril de 2025 se registraron más de 15.800 intentos de suicidio, muchos de ellos en menores de edad. Y detrás de los números, se dibuja un drama silencioso: ansiedad, aislamiento, depresión y autolesiones afectan cada vez más temprano a chicos y chicas en todo el país.

La problemática, lejos de concentrarse en las grandes ciudades, atraviesa también provincias como Santa Cruz, donde el gobierno sancionó este año la ley que crea el programa “Santa Cruz Mental”, una iniciativa destinada a acercar asistencia e información a los jóvenes mediante redes sociales y estrategias digitales. La medida fue celebrada como un primer paso, pero aún se encuentra en fase piloto y sin evaluación de impacto.

En paralelo, los recursos reales para abordar la salud mental adolescente siguen siendo exiguos. A nivel nacional, solo el 0,4 % del presupuesto sanitario fue destinado en 2023 a políticas de salud mental para jóvenes. La Ley Nacional 26.657, que establece que al menos el 10 % del gasto en salud debería destinarse a esta área, continúa incumplida.

Soledad e invisibilidad

Un reciente informe elaborado por Fundar y la Organización Panamericana de la Salud reveló que más del 50 % de los trastornos mentales comienza antes de los 14 años. Las patologías más frecuentes son los cuadros de ansiedad, depresión, trastornos de conducta y dificultades para vincularse.

Los adolescentes consultados en distintos estudios señalan un sentimiento persistente de soledad. Muchos afirman que, ante un malestar emocional, no recurren a adultos, sino a sus pares o, en muchos casos, a las redes sociales.

“La soledad no es solo estar sin compañía, es sentirse sin sentido ni contención. Esa sensación aparece cada vez más temprano, incluso en chicos de 11 o 12 años”, señala una psicóloga del sistema público santacruceño que prefiere no ser identificada.

En los hospitales provinciales, el aumento de consultas por malestar emocional adolescente ha sido notorio. Las demoras para acceder a atención psiquiátrica superan en algunos casos los dos meses, y en más de la mitad del país no hay psiquiatras infantojuveniles en todos los distritos sanitarios.

Pantallas: compañía o riesgo

El uso intensivo de redes sociales es otro factor de preocupación. Si bien no puede establecerse una relación directa causa-efecto, estudios internacionales y nacionales coinciden en que una mayor exposición a redes está asociada a dificultades en el sueño, aumento de ansiedad, comparaciones permanentes, baja autoestima y, en algunos casos, manifestaciones depresivas.

El fenómeno del “autoetiquetado” —adolescentes que se autodiagnostican trastornos por videos o posteos virales— está generando una ola de consultas y autopercepciones que muchas veces no reciben evaluación profesional. Algunos especialistas advierten que eso puede encubrir o amplificar cuadros reales, y a la vez invisibilizar otras formas de sufrimiento más profundas o menos visibles.

Tentativas de suicidio: cifras que duelen

El Sistema Nacional de Vigilancia Sanitaria (SNVS) confirmó que entre 2023 y 2025 se notificaron más de 15.800 intentos de suicidio, muchos de ellos en jóvenes de entre 15 y 19 años. La mayoría de los episodios ocurrió en el ámbito del hogar. Los métodos más utilizados fueron sobredosis en mujeres adolescentes y métodos más letales en varones.

Pese a que cada episodio debería activar un dispositivo de acompañamiento psicosocial, en la mayoría de los casos no hay seguimiento institucional sostenido. En muchas provincias, la derivación depende de la disponibilidad del hospital más cercano y no de un protocolo de intervención específico.

¿Qué se está haciendo?

Las políticas públicas en materia de salud mental adolescente avanzan lentamente. El Ministerio de Salud nacional promueve un enfoque comunitario, con campañas de prevención en escuelas y entornos digitales. Sin embargo, las organizaciones especializadas reclaman una inversión concreta, descentralización territorial, más profesionales y acciones sostenidas.

En Santa Cruz, la Ley Provincial 3.916 propone una nueva estrategia: difusión de contenidos educativos a través de plataformas digitales, podcasts y videos. Aunque bien recibida, la implementación aún no incluye atención directa ni recursos suficientes.

Desde las ONG, se insiste en que el abordaje de la salud mental juvenil debe ser integral, con énfasis en la escucha activa, la detección temprana, la reducción del estigma y la capacitación permanente a docentes y referentes comunitarios.

Editorial: una generación sin voz

La salud mental adolescente no es un fenómeno aislado. Refleja las tensiones de una sociedad que ha dejado de mirar a sus jóvenes. La soledad, el miedo, la ansiedad y el malestar emocional crecen en silencio, mientras las respuestas institucionales son parciales, fragmentadas o postergadas.

No hay soluciones mágicas. Pero sí hay responsabilidades concretas. Si no se invierte con decisión, si no se construyen entornos de escucha y cuidado real, si no se fortalecen los dispositivos de atención primaria, el costo no será solo humano, sino generacional.

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