Jairo vs. Grasso: la nueva propuesta de stand up político en Santa Cruz
En los últimos días, Pablo Grasso volvió a protagonizar un papel que ya se le hace costumbre: el del improvisado comediante político. Esta vez, apuntó sus dardos contra una de las pocas obras concretadas en Caleta Olivia: la subida del Bicentenario, un proyecto que fue abandonado durante más de una década por el kirchnerismo y que finalmente fue ejecutado bajo la gestión de Claudio Vidal y Pablo Carrizo.
Grasso no solo minimizó la importancia de la obra, sino que —fiel a su estilo— intentó ridiculizarla en redes sociales, como si burlarse del progreso fuera una estrategia válida para volver a ganar relevancia. Pero su crítica no es inocente: se trata de la misma zona donde, años atrás, su hermana —al frente del IDUV— dejó en estado de abandono un cuartel de bomberos. La historia reciente demuestra que, cuando el grassismo prometía, solo quedaban ruinas. Ahora, cuando otros concretan, él ningunea.
Y como si no fuera suficiente, Grasso imita a Jairo Guzmán y monta su propio show en torno a las represas. Habla de persecuciones, se victimiza, y ensaya discursos de acompañamiento institucional como si no existieran denuncias por corrupción que lo involucran directamente.
Lo cierto es que el relato ya no conmueve. Durante más de una década, la gestión que representó no dejó ni dos cuadras de asfalto en la zona norte. Lo único que sí floreció fue el marketing berreta, el show vacío, el pan y circo con impronta de Bob Patiño, que sirvió para maquillar una de las etapas más ineficientes de la historia provincial.
“Ya hiciste demasiado daño”, sentenció Sergio Bucci. Y resume lo que muchos piensan: si el pasado no puede mostrar ni una obra terminada, el presente no se compra con luces ni videos. Se construye con hechos. Y de eso, Grasso, sigue debiendo.