Santa Cruz acumula 26 días sin clases en lo que va del 2025. Los paros docentes impulsados por ADOSAC —gremio conducido por sectores de izquierda— ya no sorprenden, pero sí preocupan: ni siquiera haber firmado una paritaria anual con aumentos por encima de la inflación logró frenar el conflicto.
La provincia es una de las que mejor paga a sus docentes. Hay un acuerdo vigente desde marzo, con tramos escalonados que siguen actualizándose. Incluso dirigentes históricos como Miguel Del Plá reconocen públicamente que “la situación es mejor que en años anteriores, incluso comparada con el ajuste brutal de Alicia Kirchner”. Sin embargo, el paro se repite.
Cuando el conflicto es el fin
La pregunta ya no es solo salarial. El trasfondo es ideológico. La conducción de ADOSAC responde a una lógica política donde el conflicto permanente es parte del discurso. No hay instancia de conciliación que alcance, no hay oferta salarial que convenza. Porque cuando el objetivo no es mejorar, sino resistir, todo intento de diálogo fracasa antes de empezar.
El resultado es claro: aulas vacías, familias frustradas y alumnos que pagan el precio de una disputa que no los tiene en cuenta. El derecho a huelga es legítimo, pero el derecho a aprender también lo es. Y hoy, en Santa Cruz, ese derecho está en jaque.