2 agosto, 2025 4:52 am

LAS TASAS SE DISPARAN Y EL CRÉDITO SE DESANGRA

BUENOS AIRES, 29 de julio de 2025 – El sistema financiero argentino atraviesa un nuevo sacudón. En julio, el financiamiento con tarjeta de crédito cayó un 3,2 % en términos nominales, según datos del Banco Central (BCRA). Pero el dato no se agota en la superficie: detrás de la baja se esconde una crisis de mayor alcance, con tasas que se dispararon a niveles inéditos en los últimos años, encareciendo el crédito y asfixiando la actividad económica.

El fenómeno, que arrastra a empresas, comercios y consumidores, se da tras la eliminación de las Letras de Fijación (Lefi), el principal instrumento del BCRA para absorber pesos. Desde entonces, la tasa de interés de referencia quedó sin ancla y la volatilidad marcó el pulso del sistema.

Un mapa de retrocesos

Pese a que el stock total de crédito al sector privado creció un 1,5 % en julio, la mayoría de las líneas muestran signos de agotamiento. Según el propio BCRA, los descuentos de documentos aumentaron apenas un 1,2 %, los préstamos personales un 2,8 % y los prendarios un 1,6 %. Mientras tanto, el financiamiento con tarjeta de crédito, históricamente el más utilizado por los hogares, cayó por segundo mes consecutivo.

A eso se suma una señal preocupante: la morosidad en tarjetas se duplicó en un año. En julio de 2024 era del 1,9 %; hoy supera el 3,8 %. La falta de margen para refinanciar y los altos costos de financiamiento empujan a muchas familias al borde del incumplimiento.

La tasa, en modo misil

Desde la desarticulación de las Lefi, las tasas se dispararon. La tasa de cauciones trepó a un rango entre 30 % y 120 % nominal anual, dependiendo del plazo y del tipo de entidad. Las operaciones entre bancos (“call money”) también escalaron: pasaron del 29 % a un promedio del 45 %, con picos aún más altos en días de tensión cambiaria.

Esa dinámica generó un encarecimiento inmediato del crédito, sobre todo para empresas que recurren a descubiertos y adelantos para cubrir baches de caja. Hoy, esas líneas se ofrecen con tasas de hasta el 100 %, especialmente para compañías sin calificación AAA.

La economía paga el precio

El ajuste del sistema financiero ya muestra sus efectos sobre la economía real. El consumo con tarjeta se retrajo, las ventas minoristas acusan una baja intermensual, y sectores sensibles como el comercio y la industria reportan dificultades crecientes para sostener la rotación de stock.

“La tasa es hoy una herramienta de contención cambiaria, pero al costo de enfriar todo el sistema productivo”, afirman desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Algunas cámaras advierten que de mantenerse este nivel de encarecimiento, habrá impacto directo en el empleo.

Expectativas inciertas

El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA proyecta una tasa activa de referencia del 33,0 % nominal anual (TNA), lo que equivale a una tasa mensual cercana al 2,7 %. Sin embargo, las tasas efectivas que enfrentan usuarios y empresas ya duplican ese número.

En paralelo, el Gobierno espera que la próxima licitación del Tesoro —con vencimientos por más de 11 billones de pesos— sirva para dar una señal de estabilidad. Pero todo dependerá de si el mercado percibe un rumbo claro.

Por otra parte, el Gobierno argentino aguarda la aprobación de la primera revisión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que podría destrabar un desembolso de USD 2.000 millones. Ese colchón sería vital para amortiguar tensiones en el mercado cambiario, uno de los factores que empujó la suba de tasas.

Consumo en modo defensivo

Mientras tanto, las familias recortan gastos, evitan cuotas y privilegian pagos al contado. Las promociones bancarias con tarjetas se redujeron, y los planes Ahora 3, 6 y 12 registraron menor adhesión por parte de comercios, debido al alto costo de financiamiento que deben asumir.

Un dato revelador: cada vez más usuarios cancelan sus saldos antes del vencimiento para evitar intereses que en algunos casos superan el 130 % anual efectivo.

La suba abrupta de tasas no es solo un ajuste técnico: se traduce en freno al consumo, caída del crédito y riesgo de desaceleración económica. El sistema financiero está enviando señales claras de saturación. Si no se logra pronto estabilizar las condiciones monetarias y reconstruir canales de financiamiento accesibles, el rebote económico que asomaba a comienzos de año podría transformarse en un espejismo.

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