El líder de La Libertad Avanza en Santa Cruz y candidato a diputado nacional intensifica su campaña con un discurso polarizante. Guzmán recorre la provincia con un mensaje binario que repite una estrategia ya conocida en Santa Cruz. Denuncias por corrupción y antecedentes de violencia discursiva frenan su proyección.
En plena recta hacia las elecciones legislativas de octubre, Jairo Guzmán, presidente de La Libertad Avanza en Santa Cruz y precandidato a diputado nacional, profundiza su campaña recorriendo localidades del interior. En su recorrida llegó a Comandante Luis Piedra Buena, donde lanzó un mensaje tajante: “No hay más lugar para medias tintas, es la libertad o el kirchnerismo”.
El dirigente apuesta a consolidarse como referente provincial del modelo libertario que encarna el presidente Javier Milei. Su discurso es directo, polarizante y sin matices: la provincia debe elegir entre “cambio o continuidad”, “libertad o decadencia”, “Milei o kirchnerismo”. Bajo esa consigna, convoca a dirigentes locales, critica a los “sobrevivientes del viejo régimen” y denuncia una presunta conspiración contra el Gobierno nacional.
CONTROVERSIAS Y DENUNCIAS
Más allá de sus ambiciones electorales, Guzmán arrastra antecedentes que siembran dudas sobre su figura pública. En noviembre de 2024 protagonizó un escándalo al publicar en redes sociales una imagen de la bandera LGBTIQ+ envuelta en llamas junto al mensaje “En Argentina solo la celeste y blanca”. La justicia provincial ordenó que se retractara públicamente y realizara talleres de formación en diversidad y género, tras considerar que su accionar había promovido el odio y la exclusión.
Ese mismo mes, Guzmán fue denunciado por el entonces jefe del PAMI de Caleta Olivia, Sergio Torres, por supuestas prácticas extorsivas dentro del organismo. Según la denuncia, Guzmán exigía que empleados de confianza aportaran un porcentaje de sus sueldos al partido como condición para mantener sus puestos. La denuncia fue presentada ante la Oficina Anticorrupción provincial, y aunque no ha tenido resolución judicial, el episodio agravó su desgaste público.
ARMADO POLÍTICO Y ESTRATEGIA DE TERRITORIO
Con todo, Guzmán avanza. En los últimos meses logró sumar referentes locales a su armado político. En Río Gallegos cuenta con el apoyo de Daniel Bagnasco, excandidato a intendente, y ha tejido alianzas con sectores de derecha disidentes del PRO. También mantuvo reuniones con empresarios, productores y referentes del ámbito rural en el norte provincial, donde promete impulsar la “desregulación total” y defender la propiedad privada frente a lo que denomina “el avance del estatismo”.
En mayo de este año, fue recibido por el embajador de Italia en Argentina, Fabrizio Lucentini, en un intento de mostrar proyección diplomática y apertura a inversiones extranjeras. El encuentro buscó posicionarlo como interlocutor institucional en un territorio históricamente alejado de los vínculos internacionales.
UNA FÓRMULA RECICLADA: ANTI-K COMO ÚNICA BANDERA
Pese al tono de renovación con el que se presenta, la estrategia de Guzmán no introduce una lógica nueva en Santa Cruz. Por el contrario, reproduce una fórmula que ha sido utilizada durante las últimas dos décadas por distintos referentes opositores: definirse exclusivamente en contraposición al kirchnerismo.
Antes lo hicieron Eduardo Costa, Roxana Reyes y, más recientemente, Claudio Vidal, quien utilizó esa misma bandera para construir su candidatura a gobernador. Más allá de lo discursivo, o de las buenas intenciones, hasta ahora no ha ganado un proyecto político en la provincia que sea estructuralmente distinto al modelo económico y social que instaló Nestor Kirchner en 1991.
Guzmán no escapa a esa lógica. Su discurso se limita a replicar el libreto de Milei, pero sin traducirlo en propuestas concretas para Santa Cruz. Su narrativa de confrontación, el uso de slogans y el antagonismo binario no logran disimular la ausencia de un plan de desarrollo real. Su posicionamiento se agota en la oposición simbólica, sin ofrecer políticas públicas específicas ni estrategias productivas adaptadas al contexto provincial.
Jairo Guzmán emerge como la expresión más radicalizada del armado libertario en la Patagonia. Su retórica busca interpelar el malestar, apela a consignas nacionales y espera recibir el impulso de Milei, pero su proyección se ve empañada por escándalos personales, una historia institucional débil y una lógica política agotada en Santa Cruz.
De cara a las legislativas de octubre, su candidatura aparece más como un ensayo ideológico que como una propuesta concreta de gobierno. En una de las primeras provincias donde el kirchnerismo perdió su poder, frente a Claudio Vidal y el Frente “Por Santa Cruz”, Guzmán no tiene nada nuevo que ofrecer si todo se reduce a K-AntiK. ¿Qué otra cosa ofrece?