Karina Milei acelera el operativo bonaerense: ocho coordinadores seccionales, reuniones de alta tensión y preparativos para un acto masivo en La Plata. En Santa Cruz, el candidato libertario llega sin discurso propio frente a un oficialismo provincial que habla de producción y trabajo, y administra el gobierno desde hace casi dos años.
El oficialismo libertario afina su maquinaria electoral de cara a las elecciones provinciales bonaerenses del 7 de septiembre. Bajo la conducción de Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, y el armado político de Sebastián Pareja, se desplegó un esquema de ocho coordinadores regionales —uno por cada sección electoral— encargados de la logística, prensa, apoderados y boletas. A ese equipo se suman Santiago Caputo, Nicolás Menem y el director audiovisual Santiago Oría, en una mesa chica que concentra las decisiones estratégicas.
El calendario culminará este jueves con un acto central en el Club Atenas de La Plata, con capacidad para entre 4.000 y 6.000 personas, donde el presidente Javier Milei pronunciará un discurso orientado a reforzar la polarización con el kirchnerismo. La consigna “kirchnerismo nunca más” volvió a ocupar el centro de la escena como eje discursivo, con el objetivo de replicar el impacto que tuvo en la Ciudad de Buenos Aires, donde La Libertad Avanza (LLA) relegó al PRO y consolidó su espacio.
En la provincia de Buenos Aires, la estrategia es clara: maximizar la confrontación política y simbólica, reforzando el vínculo con el núcleo duro libertario y buscando arrastrar votantes independientes mediante un relato disruptivo. Karina Milei centraliza las decisiones, exige lealtad absoluta y controla la narrativa, en un estilo que busca evitar fisuras internas.
EL DESAFÍO DEL SUR
En Santa Cruz, el mismo método enfrenta serias dificultades. El candidato libertario, Jairo Henoch Guzmán —presidente de LLA en la provincia y actual titular del PAMI—, no logra proyectar un discurso diferenciado. Sus mensajes, como “no hay más lugar para medias tintas” o “es la libertad o el kirchnerismo”, chocan con un escenario donde el kirchnerismo ya no gobierna y donde el antagonista no está claramente definido.
El territorio está dominado por el gobernador Claudio Vidal, líder de la tercera vía Provincias Unidas, que instaló un discurso basado en la producción, el trabajo y la inversión local. Su estrategia, apoyada por otros mandatarios patagónicos, evita la polarización y se centra en demandas federales como la distribución equitativa de fondos y la defensa de la economía regional. Esto deja a LLA sin un enemigo visible y con pocas posibilidades de trasladar la lógica de confrontación que funciona en Buenos Aires.
Fuentes del espacio violeta admiten en privado que “sin kirchnerismo fuerte, el combustible de la campaña se agota” y que la consigna anti-“casta” no prende en un electorado más interesado en resultados concretos que en disputas ideológicas. El contraste es evidente: mientras en Buenos Aires el oficialismo nacional capitaliza la grieta, en Santa Cruz enfrenta un escenario donde el oficialismo provincial ya ocupa el lugar del “cambio” con un discurso pragmático.
UN MAPA ELECTORAL DESIGUAL
El tablero nacional muestra así dos realidades:
En Buenos Aires, LLA despliega una campaña coordinada, con actos de alto impacto, control férreo de la narrativa y un aparato territorial en expansión.
En Santa Cruz, se enfrenta a un rival que ya gobierna con un mensaje de gestión productiva y que no entra en el juego de la polarización, neutralizando el arma principal del oficialismo nacional.
La apuesta de La Libertad Avanza combina músculo político en Buenos Aires y retórica de confrontación, pero en el sur se topa con una barrera cultural y política: un electorado que ya votó “cambio” y que exige gestión antes que discursos. El desafío para el oficialismo libertario no es sólo ganar votos, sino encontrar un relato alternativo donde la polarización no funciona.