24 agosto, 2025 7:11 am

UNIÓN POR LA PLATA: EL FURCIO QUE SACUDIÓ EL SENADO

La senadora Anabel Fernández Sagasti se equivocó en pleno discurso al nombrar a su bloque; el error se volvió viral y desató un cruce político entre el kirchnerismo y el oficialismo

En medio de una sesión de alta tensión en el Senado de la Nación, donde se debatían proyectos clave sobre el financiamiento del Hospital Garrahan y de las universidades nacionales, la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti, una de las referentes más visibles de Unión por la Patria, protagonizó un lapsus que no tardó en convertirse en un fenómeno viral y en un motivo de confrontación política. Al anunciar el sentido de la votación de su bloque, Sagasti, en lugar de decir “Unión por la Patria”, mencionó “Unión por la Plata”, un furcio que corrigió de inmediato, pero que ya había quedado registrado en las cámaras y en las redes sociales que transmiten cada detalle de las sesiones parlamentarias. El error, que podría haber pasado inadvertido en otra época, se transformó en una chispa en un clima político inflamable y en un recurso discursivo explotado tanto por el oficialismo como por la oposición.

La escena ocurrió el jueves 21 de agosto de 2025 en el marco de una sesión que tenía como centro la aprobación de partidas presupuestarias extraordinarias para áreas sensibles del Estado. La oposición, nucleada en Unión por la Patria y otros bloques aliados, había impulsado proyectos para garantizar recursos al Hospital de Pediatría Garrahan y a las universidades públicas, instituciones que en los últimos meses denunciaron severas restricciones presupuestarias por parte del gobierno de Javier Milei. En ese contexto, Fernández Sagasti tomó la palabra para comunicar el voto de su interbloque en un expediente vinculado a ascensos de personal de las Fuerzas Armadas. Fue allí donde, en una frase que pretendía ser un trámite, apareció el lapsus: “Voy a informar cuál va a ser el sentido de la votación del interbloque de Unión por la Patria… en el expediente del Poder Ejecutivo, el interbloque de Unión por la Plata”, dijo, antes de corregirse rápidamente y aclarar: “De Unión por la Patria se va a abstener”.

La confusión se convirtió en carne fresca para la política digital. El vocero presidencial, Manuel Adorni, tomó el video y lo subió a su cuenta de X (ex Twitter) con un mensaje lacónico: “Fin”. Esa única palabra fue suficiente para que el fragmento se multiplicara a gran velocidad, alimentado por miles de usuarios que compartían el clip con ironías y memes. Entre las réplicas más resonantes estuvo la de la vicegobernadora de Mendoza, Hebe Casado, quien ironizó: “No sabía que le habían cambiado el nombre al bloque, aquí lo confirma Anabel”. La operación comunicacional fue evidente: transformar un error mínimo en una prueba simbólica que reforzara la narrativa oficialista de asociar a la oposición con la búsqueda de recursos, privilegios o intereses particulares, en lugar de con la defensa del interés general.

Sin embargo, Fernández Sagasti no se quedó callada. Horas después, replicó el tuit de Adorni y se lanzó con un mensaje desafiante que buscó dar vuelta la carga de la prueba y aprovechar el episodio para denunciar las políticas de ajuste del gobierno. “Sí. Por la plata que Milei le roba a los jubilados, a las personas con discapacidad, al Garrahan, a las universidades, al Conicet y a todos los argentinos. Piensan mal porque para ustedes la Patria tiene precio. No me van a frenar, sigan intentándolo. Chantas. Te dedico la votación de los decretos de hoy”, escribió, con un tono enérgico que rápidamente se transformó en bandera para sus seguidores. La estrategia fue clara: no negar el error, sino resignificarlo como un arma discursiva contra el oficialismo, desplazando el eje del debate hacia las consecuencias sociales de las políticas económicas.

El episodio se explica también por el clima político y comunicacional actual. En una Argentina atravesada por la polarización y por una dinámica donde cada frase se convierte en material de batalla, un furcio como el de Sagasti no es un simple accidente, sino un catalizador. El oficialismo encontró en “Unión por la Plata” un slogan inesperado para cuestionar a sus adversarios, mientras que la oposición se aferró a la oportunidad de exhibir el ajuste como verdadero trasfondo del lapsus. Lo curioso es que la frase no fue inventada por sus críticos: salió de la propia boca de una referente kirchnerista, lo que potenció su valor simbólico. En la política del siglo XXI, los errores no se olvidan: se editan, se viralizan y se resignifican en cuestión de minutos.

Fernández Sagasti, abogada y politóloga, senadora desde 2015 y figura central de La Cámpora en Mendoza, no es una novata en la arena pública. Su estilo combativo, su cercanía con Cristina Fernández de Kirchner y su rol en debates clave la han convertido en una de las voces más visibles del kirchnerismo en el Senado. Su carrera política ha estado marcada por un discurso de fuerte confrontación con el oficialismo y por una defensa férrea de políticas sociales. Quizás por eso, para ella el episodio no fue un simple desliz, sino una oportunidad para reafirmar su perfil militante. “La Patria no tiene precio”, repitió en varias entrevistas posteriores, buscando instalar la idea de que su error fue, en realidad, un reflejo del saqueo que denuncia contra el gobierno de Milei.

Del otro lado, el oficialismo aprovechó el momento para profundizar la grieta discursiva. En los pasillos del Congreso, senadores libertarios y aliados ironizaban con la idea de que Sagasti había dicho “la verdad” por accidente, y que el subconsciente había traicionado la máscara retórica del kirchnerismo. Varios medios cercanos al gobierno replicaron la frase en titulares y columnas de opinión, reforzando la narrativa de un bloque opositor obsesionado con el reparto de fondos y alejado de la idea de patria. La velocidad con la que el episodio se instaló revela no solo la potencia de las redes sociales como herramienta política, sino también la fragilidad de la comunicación política tradicional, donde un discurso de veinte minutos puede quedar reducido a un clip de diez segundos.

En términos de impacto político, el episodio refleja un fenómeno más amplio: la creciente teatralización del Congreso. Lo que en otro tiempo eran meros lapsus parlamentarios, hoy se convierten en hitos virales capaces de instalar agenda. El oficialismo gobierna con una estrategia de comunicación basada en la provocación y en la explotación del humor político, mientras que la oposición se ve obligada a reaccionar con rapidez para no quedar atrapada en el ridículo. En este contexto, errores como el de Sagasti funcionan como combustible para la polarización, pero también como oportunidades para resignificar el debate de fondo. Al convertir el furcio en denuncia, la senadora logró, al menos parcialmente, recuperar la iniciativa y volver a poner sobre la mesa los recortes en salud, educación y ciencia.

El trasfondo no es menor. El Hospital Garrahan, emblema de la pediatría en la región, atraviesa dificultades por falta de recursos, al igual que las universidades públicas, que desde comienzos de año denuncian retrasos presupuestarios que amenazan el inicio de clases y la continuidad de investigaciones. El Conicet, ícono de la ciencia argentina, también sufre el ajuste con recortes en becas y proyectos. En ese escenario, la frase “Unión por la Plata” se volvió paradójica: en boca de Sagasti, podía sonar a confesión involuntaria, pero en su respuesta se resignificó como una acusación al propio gobierno. La disputa, entonces, no fue solo sobre un error, sino sobre el significado de “plata” en la Argentina actual: si se trata de un botín político o de recursos necesarios para sostener derechos sociales básicos.

El episodio también invita a reflexionar sobre el rol del humor y el error en la política contemporánea. Los lapsus, antes considerados meras anécdotas, hoy son piezas de comunicación de alto voltaje. Funcionan como memes, se viralizan en cuestión de minutos y adquieren un poder de impacto mucho mayor que los discursos cuidadosamente preparados. En este sentido, la política argentina no es una excepción: fenómenos similares se han visto en líderes internacionales, donde un error puede marcar una campaña. Lo particular en este caso es la velocidad de la respuesta de la senadora, que entendió que el silencio hubiera sido peor y que, en tiempos de redes sociales, quien no responde pierde la batalla por la narrativa.

La pregunta que queda abierta es si estos episodios contribuyen o no a mejorar el debate democrático. Para algunos analistas, la viralización de furcios desplaza el foco de los problemas estructurales hacia la anécdota y degrada la calidad del debate legislativo. Para otros, en cambio, refleja la democratización de la política, donde cada palabra puede ser cuestionada por la ciudadanía y donde los dirigentes deben ser conscientes de que son observados en cada instante. Lo cierto es que, en un país donde la grieta se profundiza y donde la comunicación política se juega cada vez más en el terreno de las redes, el episodio de “Unión por la Plata” no será olvidado fácilmente. Será recordado como un símbolo de la fragilidad del discurso político y de la potencia de las redes para transformar un error mínimo en una batalla cultural.

En conclusión, lo que comenzó como un furcio de segundos en la voz de Anabel Fernández Sagasti se transformó en un acontecimiento político. El oficialismo lo utilizó para reforzar su narrativa contra la oposición, mientras que la senadora lo resignificó como denuncia de los recortes del gobierno. En el medio, la sociedad asistió a un nuevo capítulo de la teatralización de la política, donde cada error se convierte en espectáculo y cada palabra en trinchera. En la era de la comunicación instantánea, la política ya no se juega solo en los discursos ni en las votaciones, sino en los memes, en los videos virales y en la capacidad de reaccionar rápido ante lo inesperado. “Unión por la Plata” quedará como una marca de época: el lapsus que condensó, en dos palabras, la tensión entre la retórica, la realidad y la percepción pública de la política argentina.

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