El episodio generó alarma en el entorno presidencial: una piedra fue arrojada hacia el mandatario durante una actividad oficial, lo que, de haber impactado, podría haber causado una tragedia.
Un violento episodio tuvo lugar en las últimas horas durante la presencia del presidente de la Nación, Javier Milei, en una actividad pública. Según se denunció, un grupo de manifestantes hostiles lanzó piedras hacia el sector donde se encontraba el mandatario, lo que puso en riesgo no solo su integridad física sino también la de los funcionarios y ciudadanos que lo acompañaban.
La agresión, que de acuerdo a las versiones preliminares habría sido protagonizada por militantes identificados con el kirchnerismo, fue rápidamente contenida por las fuerzas de seguridad, que intervinieron para dispersar la situación y garantizar el resguardo del jefe de Estado. El hecho desató preocupación en el Gobierno nacional, que no descarta impulsar acciones judiciales contra los responsables.
El incidente dejó en evidencia el clima de tensión política que atraviesa el país y abrió un fuerte debate sobre los niveles de violencia en la confrontación pública. Desde distintos sectores políticos se alzaron voces de repudio, subrayando que la disidencia democrática jamás puede expresarse a través de la agresión física.
La magnitud del episodio generó un interrogante inevitable: de haber impactado la piedra contra el Presidente o contra cualquier otra persona presente en el lugar, las consecuencias podrían haber sido fatales.
Mientras la Justicia avanza en la investigación para determinar responsabilidades, el hecho vuelve a poner en agenda la necesidad de reforzar los protocolos de seguridad presidencial y de llamar a una convivencia política basada en el respeto y no en la violencia.