14 septiembre, 2025 7:16 pm

ENFRENTAMIENTO EN CORRIENTES: KARINA MILEI HUYÓ ENTRE EMPUJONES EN EL CIERRE DE CAMPAÑA DE LA LIBERTAD AVANZA

El acto que debía mostrar fortaleza política en la capital correntina terminó con agresiones, corridas y la evacuación de la secretaria general de la Presidencia. La escena dejó expuestas las tensiones de un oficialismo golpeado por un escándalo de corrupción y por la violencia en las calles a semanas de las elecciones.

Corrientes — Lo que se había planificado como un cierre de campaña festivo terminó convertido en un episodio caótico que volvió a dejar a La Libertad Avanza en el centro de la polémica. El jueves 28 de agosto, Karina Milei encabezó en la capital correntina una caminata de respaldo al candidato a gobernador Lisandro Almirón. La acompañaban Martín Menem y referentes locales del oficialismo. La actividad, que buscaba exhibir territorialidad y apoyo popular, se transformó en un bochorno: en medio de cantos opositores y gritos, militantes libertarios se cruzaron con facciones del peronismo correntino. Hubo empujones, insultos y golpes. La Policía debió intervenir, y la hermana del Presidente fue retirada rápidamente por custodios hasta una camioneta que la llevó fuera de la zona.

La secuencia quedó registrada en videos difundidos en redes sociales: Milei caminaba rodeada de dirigentes, sonriendo para las cámaras, cuando comenzaron los forcejeos. Se la vio desorientada, apurada, resguardada por custodios que la cubrían con los brazos. La caminata, prevista para recorrer varias cuadras, se redujo a unos minutos. Almirón intentó continuar el trayecto, pero la presión de los incidentes lo obligó a suspenderlo. La comitiva se dirigió hacia Resistencia, Chaco, para abordar el vuelo de regreso a Buenos Aires previsto para las 19.30.

No fue un hecho aislado. Apenas un día antes, el miércoles 27 de agosto, el propio presidente Javier Milei debió ser evacuado durante una caravana en Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires. Allí, una multitud lo recibió con piedras, huevos y ramas contra la camioneta en la que viajaba junto a Karina y José Luis Espert. La custodia aceleró la retirada y hubo detenidos por agresión. El Gobierno denunció que se trató de una emboscada organizada por el kirchnerismo. Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, habló de “ataques sistemáticos a la democracia”, mientras el vocero Manuel Adorni calificó los hechos como “delitos políticos”. El oficialismo buscó así capitalizar las escenas de violencia en clave de victimización, mientras la oposición relativizó la gravedad y denunció “uso político” de lo ocurrido.

La elección de Corrientes para el cierre provincial tenía una carga simbólica. La provincia, con un electorado de fuerte raíz peronista y estructuras locales sólidas, representa un desafío para el armado libertario. Lisandro Almirón, abogado y diputado nacional desde 2023, es la apuesta de Milei para abrir una brecha en el Nordeste. El acto pretendía mostrar músculo y entusiasmo, pero terminó en retirada apresurada, con la principal referente nacional rodeada de policías y custodia. Esa postal, más que mostrar expansión, exhibió vulnerabilidad.

El contexto no podía ser más adverso. Desde hace semanas, Karina Milei enfrenta acusaciones judiciales que la colocan en el centro de un presunto esquema de sobornos. Audios filtrados del exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, la señalan como beneficiaria de un tres por ciento de retorno en cada contrato de provisión de medicamentos, con un volumen estimado de entre quinientos mil y ochocientos mil dólares mensuales. La denuncia fue presentada por Gregorio Dalbón, quien la definió como “el mayor escándalo de corrupción desde 1983”. El caso derivó en allanamientos, difusión de pruebas documentales y la aparición de grandes sumas de dinero en efectivo.

La reacción oficial osciló entre la negación y el contraataque. Karina se limitó a declarar en público que “estamos dispuestos a luchar para que no nos roben más”, sin mencionar las acusaciones. El Presidente defendió públicamente a la empresa Suizo Argentina, implicada en los contratos, y evitó pronunciarse sobre su hermana. En paralelo, desde el oficialismo se denunció “una operación judicial y mediática destinada a desgastar al Gobierno en plena campaña intermedia”. Sin embargo, el impacto político es evidente: la hermana y principal estratega del Presidente aparece debilitada y obligada a dar explicaciones en el momento en que debía concentrar toda su energía en el armado territorial.

Los hechos en Corrientes exponen además una falencia en materia de seguridad. La falta de control policial en los primeros minutos del acto permitió que los grupos opositores se acercaran sin obstáculos. Cuando estallaron los incidentes, la custodia reaccionó de manera improvisada. La evacuación de la dirigente, rodeada de agentes en medio de gritos, se convirtió en la imagen central del cierre. Para la oposición, esa vulnerabilidad confirma la desconexión de Milei con las realidades provinciales y la resistencia social a su proyecto. Para el oficialismo, en cambio, se trata de nuevas pruebas de que los adversarios no dudan en usar la violencia para frenar el crecimiento libertario.

El clima de polarización extrema atraviesa cada gesto de campaña. En las últimas semanas, los libertarios intentaron instalar la idea de que el 7 de septiembre —cuando se votará en provincias clave— será un “plebiscito sobre la continuidad del cambio”. Pero el relato quedó cruzado por episodios que muestran a sus dirigentes expuestos, inseguros y bajo fuego judicial. Lo que debía ser una demostración de fuerza se convirtió en un recordatorio de la fragilidad política que enfrenta el oficialismo en las calles.

Corrientes es, en ese sentido, una metáfora del momento. En un territorio adverso, Karina Milei intentó poner el cuerpo y respaldar a su candidato. Pero la escena terminó dominada por los gritos, los empujones y la retirada. Una líder que buscaba mostrar firmeza terminó resguardada por custodios, acelerando el paso hacia una camioneta. Un cierre que debía proyectar confianza se convirtió en símbolo de debilidad.

A semanas de los comicios legislativos del 26 de octubre, la campaña oficialista se mueve entre dos planos: por un lado, el intento de mantener el impulso de Javier Milei en los distritos donde conserva apoyo; por otro, la necesidad de contener daños por la crisis judicial que golpea a su principal estratega y por la escalada de incidentes callejeros que revelan un país crispado. La narrativa libertaria, que había sido construida sobre la idea de orden y ruptura con el pasado, se enfrenta ahora a imágenes de caos y acusaciones de corrupción que erosionan esa identidad.

Lo ocurrido en Corrientes no fue, entonces, un episodio menor. Fue la síntesis de un momento crítico: la violencia política como telón de fondo, la fragilidad de un oficialismo que quiso mostrarse fuerte y la sombra de un escándalo judicial que amenaza con marcar el rumbo electoral. Karina Milei huyendo entre empujones se convirtió en la postal de un cierre de campaña accidentado, que en lugar de consolidar al oficialismo lo expuso en su costado más vulnerable.

Compartir noticia
WhatsApp
Telegram

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio