La Agencia Internacional de Energía alerta sobre un superávit global que amenaza la rentabilidad del yacimiento; mientras tanto, el boom productivo y exportador impulsa la economía argentina con inversiones y proyecciones de largo plazo.
El llamado “milagro energético” argentino, centrado en el desarrollo de Vaca Muerta, enfrenta una encrucijada clave. Por un lado, se registra un notable auge en la producción de hidrocarburos no convencionales, que dinamiza empleo, inversiones y exportaciones. Por el otro, un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) advierte sobre una ola de exceso de oferta global que podría erosionar los precios del petróleo en 2026, comprometiendo la viabilidad de los proyectos en curso y futura expansión en Vaca Muerta .
La AIE prevé que los inventarios de petróleo crecerán a un ritmo insólito: 2,9 millones de barriles diarios acumulados durante 2026, superando incluso los registros de pandemia . Este panorama, combinado con una demanda global más débil de lo estimado y una creciente oferta fuera de la OPEP+, presiona la cotización internacional del crudo —que ya ronda los US$60 por barril— y pone en peligro los márgenes de rentabilidad de las operadoras que explotan Vaca Muerta.
En contraposición, según un reciente informe de Rystad Energy, la cuenca neuquina exhibe avances sustanciales: la producción de petróleo creció 26 % en el primer trimestre de 2025 y la de gas un 16 %, gracias a la incorporación de tecnologías digitales y mejoras operativas. Las cifras del gas seco, especialmente, alcanzaron 2.100 millones de pies cúbicos por día, un salto del 13 % con relación al trimestre anterior y del 16 % interanual .
La expansión no solo se traduce en producción interna: las exportaciones petroleras y gasíferas registran marcadas mejoras, como lo revela una proyección de la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH): en el primer semestre de 2025, las ventas externas de hidrocarburos aumentaron un 36 % interanual, alcanzando los US$3.700 millones, con previsiones que apuntan a superar los US$6.000 millones al cierre del año .
Parte de ese impulso exportador proviene del oleoducto Oldelval Duplicar y del proyecto Vaca Muerta Oil Sur (VMOS), juntos permitirán elevar notablemente la capacidad de evacuación desde Neuquén hacia la costa rionegrina . Aunque la refinación local permanece estable (con 523 mil barriles diarios procesados en 2025, similar a los dos años anteriores), el volumen de exportaciones crece con fuerza. En el primer cuatrimestre, Argentina promedió 245 mil barriles diarios exportados, un aumento del 42 % respecto de 2024. El principal aporte lo hizo Vaca Muerta, con casi el 78 % del total .
El gas, otra pieza clave, está en pleno despliegue hacia la exportación líquida. Un consorcio denominado Southern Energy, integrado por Pan American Energy, YPF, Pampa Energía, Harbour Energy y Golar LNG, anunció una inversión superior a los US$15.000 millones para instalar dos buques FLNG (licuefacción flotante): el Hilli Episeyo, que comenzará a operar a fines de 2027, y el MK II, previsto para fines de 2028. Ambos permitirán una capacidad total de licuefacción de seis millones de toneladas anuales, equivalentes a casi 27 millones de metros cúbicos diarios de gas. Entre 2027 y 2035, se estima que estas plantas podrían generar exportaciones por más de US$20.000 millones y cerca de 1.900 empleos directos e indirectos en la construcción . El desarrollo de infraestructura asociada, como un gasoducto de 48 pulgadas con capacidad para 50 millones de metros cúbicos diarios —el mayor de la región—, ya está en evaluación .
En paralelo, el salto en volumen exportado por petróleo y gas ya impacta en la economía real: entre enero y abril de este año, las exportaciones petroleras generaron US$2.159 millones, un 27 % más que en 2024, a pesar del descenso en el precio del Brent (de US$84,7 a 73,9) . La CEPH proyecta que hacia fines de la década dichos ingresos podrían superar los US$25.000 millones .
Sin embargo, el escenario está lejos de ser lineal. Las consultoras Economía & Energía y Aleph Energy coinciden en proyectar una caída del nivel general de inversiones en hidrocarburos para 2025, estimada en torno al 10 %, ubicándose entre US$11.500 y US$11.600 millones, por debajo de los US$12.800 millones anotados en 2024 . Pese a eso, Aleph Energy puntualiza que el segmento no convencional mantendría o incluso superaría levemente sus niveles de inversión, en línea con la tendencia de redireccionar el capital hacia Vaca Muerta .
Esta incertidumbre se ve reflejada en algunas señales del entorno local: cámaras de pymes de Neuquén denunciaron una retracción en la actividad y contratos, mientras las petroleras “recalculan” sus planes para la segunda mitad de 2025, afectados por la volatilidad del tipo de cambio y mayores costos operativos .
Pese a este clima de tensión, la actividad productiva no cesa: en mayo se registró un récord de etapas de fractura con 2.588, un 16,8 % más que en abril. YPF representó el 51 % de esa actividad con 1.333 fracturas, reafirmando su liderazgo en la explotación de no convencionales .
El contexto político también aporta impulso. El gobierno de Javier Milei ha eliminado controles de precios, flexibilizado el régimen cambiario y otorgado beneficios fiscales a inversores, medidas que han dinamizado el sector y encuentro de inversores, tal como destaca El País: la producción creció 28 % en un año, aunque también advierte riesgos como la volatilidad de precios, necesidades de inversión extranjera, tensiones sociales en ciudades como Añelo y desafíos judiciales ligados a expropiaciones previas .
De manera complementaria, análisis internacionales como el de Wall Street Journal resaltan que, bajo el nuevo entorno regulatorio, empresas como Shell y Chevron se reactivaron en Vaca Muerta, con pozos más productivos que los de EE.UU., aunque reconocen que la falta de infraestructura local encarece los costos. El yacimiento alberga reservas de hasta 16.000 millones de barriles recuperables y podría alcanzar el millón de barriles por día hacia 2030, si las condiciones se mantienen estables .
En el plano financiero, YPF anticipa un EBITDA para 2025 entre US$4.200 y 4.500 millones —ajustado desde proyecciones anteriores de hasta 5.500 millones— si el Brent se mantiene por debajo de los US$72,5. Además, la empresa planea elevar sus inversiones desde los US$5.000 millones en 2024 hacia US$5.400 millones en 2030, mientras que se concentra en Vaca Muerta (segunda reserva mundial de gas no convencional, cuarta en petróleo) y reduce su exposición en zonas maduras .
Por si fuera poco, YPF reforzó aún más su posición estratégica en Vaca Muerta mediante la compra por US$500 millones de la participación de Total Austral en dos bloques no convencionales (“La Escalonada” y “Rincón La Ceniza”), con concesiones activas hasta 2051 .
La suma de todos estos factores —dinámica productiva, exportaciones, infraestructura, reorganización de inversiones, impulso político e incertidumbre internacional— configura un panorama contradictorio y desafiante: Vaca Muerta es hoy una palanca esencial de energía, empleo e ingresos para Argentina, pero también puede convertirse en una fuente de vulnerabilidad si los precios globales caen o si no se consolidan las condiciones para sostener el desarrollo.
En definitiva, Argentina transita un momento decisivo: políticas de apertura, inversiones históricas y mejores resultados productivos generan expectativas de convertirse en potencia exportadora de petróleo y gas. Pero ese sueño enfrenta la amenaza real del “cóctel explosivo” que anticipa la AIE: exceso global de oferta, precios bajos y alto costo de capital, que podrían revertir todo ese impulso.
Si se logra complementar el auge técnico con equilibrios macroeconómicos, acceso a financiación y estabilidad regulatoria, Vaca Muerta tiene el potencial de transformar la economía argentina. Si no, podría convertirse en un monumento a oportunidades desperdiciadas.