Comitiva argentina varada y tensiones diplomáticas a raíz de falta de comunicación interna en Washington.
El proceso iniciado el pasado 28 de julio para reincorporar a Argentina al Programa de Exención de Visa (Visa Waiver Program, VWP) sufrió esta semana un inesperado revés: el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS) interrumpió sorpresivamente la evolución del acuerdo mientras una comitiva argentina ya se encontraba en camino a Washington para firmarlo en persona.
La delegación argentina, encabezada por Juan Pazo, director de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), fue notificada a mitad de viaje desde Buenos Aires de que continuaría su periplo hacia la capital estadounidense solo si el texto contaba con una firma pendiente —una condición que, según un alto funcionario del DHS, no existía— . Ante la imposibilidad de avanzar, la delegación quedó retenida dos días en Miami y finalmente regresó sin haber cerrado ningún acuerdo.
El freno repentino fue calificado como “humillante” y reflejo de descoordinación interna en las autoridades estadounidenses. Una fuente de alto rango admitió que “no fue una buena imagen para nosotros” . Además, medios como The Daily Beast cuestionaron el papel de la secretaria de Seguridad Kristi Noem, acusándola de priorizar la estetización mediática, sus gestos fotografiados montada a caballo durante una reunión con autoridades argentinas, por sobre la solidez institucional y coordinación bilateral.
Paralelamente, sectores del Departamento de Estado, liderados por el secretario Marco Rubio, expresaron reservas claras: señalaban que el acuerdo debía ser pospuesto para abordar “un escándalo de corrupción” que salpica al gobierno argentino, en particular por la difusión de audios atribuidos a altos funcionarios, que sugerirían manejos dudosos en la Agencia de Discapacidad (ANDIS) y en la presidencia.
Desde Buenos Aires, fuentes consultadas por La Nación en Washington salieron al cruce de esas versiones: afirmaron que el proceso continúa su curso sin inconvenientes y que no se trató de una pausa de la Casa Blanca.
Antecedentes recientes: el proceso arrancó con respaldo mutuo
El origen de este mecanismo se remonta al encuentro del 28 de julio entre el presidente argentino Javier Milei y Kristi Noem, secretaria del DHS. En esa ocasión, se firmó una declaración de intención que marca el inicio del camino para que Argentina reingrese al VWP, del cual fue parte desde 1996 hasta su salida en 2002 a raíz de quebrantos económicos.
El acuerdo simbolizó el fuerte vínculo entre Milei y el gobierno de Donald Trump, ahora satisfecho por el alineamiento ideológico del Ejecutivo argentino. En ese contexto, Noem destacó la intención renovar la alianza bilateral y reforzar la cooperación en seguridad, lucha contra el narcotráfico y controles fronterizos. El anuncio oficial estimó que el proceso tomaría al menos un año para completarse. Otras estimaciones internacionales sugieren un plazo más amplio, de entre 2 y 3 años.
En los primeros meses de 2025, Argentina mostró un desempeño favorable en aspectos técnicos: redujo notablemente su tasa de estadía irregular, lo cual fue bien visto por el DHS.
Estado actual del pulso bilateral: confianza, escándalos y política
La relación entre ambos países atraviesa un momento delicado: por un lado, Argentina busca restituir el acceso sin visa, gesto altamente simbólico y práctico para millones de ciudadanos; por el otro, la diplomacia estadounidense reclama certezas institucionales y garantías de transparencia.
Ante versiones mediáticas que hablaban de suspensión, el gobierno argentino ratificó que el diálogo sigue activo y que las tratativas continúan sin interrupciones visibles. A su vez, fuentes en Washington afirmaron que la postergación no responde a la Casa Blanca como tal, sino a preocupaciones puntuales dentro del Secretariado de Estado.
El escenario no deja margen a interpretaciones sencillas: mientras Milei exhibe su cercanía con Trump como un activo geopolítico, enfrentó cuestionamientos por transparencia interna que ahora podrían entorpecer un avance diplomático clave.
De cara al futuro: ¿qué se espera?
El proceso restablecedor del acceso al VWP es técnicamente riguroso: implica que Argentina cumpla con estándares federales de seguridad, tasa de rechazo de visas temporales por debajo del 3 %, uso de pasaportes biométricos, intercambio de información y capacidad de repatriación eficiente.
Asimismo, el DHS mantiene facultades para suspender o revertir la condición de país participante sin aviso previo si detecta amenazas a la seguridad nacional.
Aunque el episodio de Miami evidenció falta de comunicación interna, también resaltó la importancia de fortalecer la coordinación bilateral y trasparentar procesos políticos en curso.
La comitiva argentina ya regresó, y tanto Buenos Aires como Washington deberán ahora definir si retoman rápidamente el diálogo formal —en medio de tensiones previas— o si requiere un replanteo más estratégico antes de volver a avanzar.
Esta historia revela una contrapartida democrática difícil de ignorar: la inestabilidad interna puede afectar incluso los acuerdos más simbólicos. La inclusión de Argentina al VWP va más allá de una ventaja para viajeros; es una validación de su capacidad institucional ante la mirada internacional.
Este episodio marca un punto de inflexión: si Argentina logra superar los reparos y avanzar hacia el cumplimiento de los requisitos, el VWP podría convertirse en uno de los logros internacionales más tangibles de la gestión Milei. En cambio, cualquier traspié adicional podría erosionar la confianza construida con Washington y frenar otras líneas de cooperación entre ambos países.