La figura que evacuó al candidato en medio del caos callejero no era un simple transeúnte, sino Damián Rosatti, barra de Comunicaciones con una causa judicial clave paralizada desde su incorporación a La Libertad Avanza.
La tarde del miércoles 27 de agosto de 2025 en Lomas de Zamora parecía destinada a ser el acto triunfal de una campaña electoral libertaria: una caravana liderada por el presidente Javier Milei, acompañado por su hermana Karina y el candidato a diputado nacional José Luis Espert. La comitiva circulaba con euforia, saludando a los vecinos, hasta que el clima se tornó hostil. Piedras, huevos y objetos comenzaron a llover sobre el vehículo presidencial, que debió ser evacuado de urgencia en un auto blindado por su custodia. Espert, sin acceso al vehículo de seguridad, tomó una decisión apresurada: huir del lugar en una motocicleta conducida por un militante del entorno partidario, una imagen que rápidamente se viralizó como símbolo de valentía espontánea y solidaridad ocasional.
Sin embargo, lo que inicialmente fue presentado como un “buen samaritano que pasaba por ahí” tomó un giro radical cuando el periodista especializado Gustavo Grabia reveló datos clave: el motociclista no era un civil desconocido sino Damián Rosatti, reconocido barrabrava del Club Comunicaciones, con antecedentes penales por intento de homicidio. La causa—impulsada en torno a un enfrentamiento con un dirigente de futsal del mismo club—fue elevada a juicio, pero se encuentra estancada desde 2023, justo después de ingresar al entorno de La Libertad Avanza.
La versión oficial sostenía que Rosatti actuó por azar y “por un gesto de ayuda involuntario”. En cambio, Grabia subrayó que fue incorporado al núcleo libertario por Sebastián Pareja—armador político del oficialismo—y que la causa judicial fue “dormida” tras el triunfo del espacio en el ámbito nacional . El contraste entre la narrativa espontánea difundida desde el comando de campaña y los antecedentes del motociclista generó un impacto fuerte: la escena dejó de ser un rescate providencial para transformarse en parte de una operación política cuidadosamente armada.
Ese contraste simbólico ya había sido relatado a través de las redes y medios nacionales, donde se reflejó que Espert responsabilizó al “kirchnerismo” por los ataques y acusó directamente al intendente local Federico Otermín, término a reforzarse a la hora de explicar el violence framing del día . Sin embargo, la nueva revelación deja en evidencia que no fue un militante espontáneo, sino alguien con cercanía real al armado libertario, con antecedentes violentos y acceso privilegiado: las fotos lo muestran con un rol operativo, no accidental.
El episodio ocurre en un contexto signado por otros escándalos. En paralelo a este hecho público, la campaña libertaria estaba siendo sacudida por denuncias de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), a partir de audios filtrados del ex titular Diego Spagnuolo, que involucraban a Karina Milei y otras figuras públicas . La combinación entre violencia callejera y cuestionamientos por corrupción erosionaba la imagen de renovación que pretendía proyectar el espacio gobernante.
El alcance de la vetusta narrativa de “gente buena ayudando” se desmoronó. Punto Capital Noticias lo explicó con claridad: “No era un ciudadano común, sino un barra de Comunicaciones, con vínculos directos a LLA… su causa judicial por intento de homicidio se congeló tras el triunfo de Milei” . Esa articulación entre estructuras barrabravas y los armados centralizados en la campaña sugiere un cruce de canales informales que se constriñen dentro de una lógica de fuerza y presencia simbólica en espacios de poder, cuestionando profundamente la idea de que un sector supuestamente antitradicionalista se desmarca de esas prácticas.
Hasta ahora, tanto Espert como Milei o su espacio político no han emitido una corrección o explicación añadida tras la revelación del vínculo de Rosatti con el interno barrabrava, ni han detallado por qué una persona con antecedentes violentos tenía acceso a la comitiva. Ese silencio se vuelve todavía más elocuente frente a lo que ya trascendió públicamente.
En una campaña donde cada gesto es interpretado, esta escena revela algo más que una evacuación insegura: está la impronta de un “servicio” político articulado con actores que actúan tras bambalinas, invisibles a primera vista, pero decisivos en un momento de tensión. Lejos de ser un gesto aleatorio, se trata de un engranaje político con ribetes cargados de ambigüedad, que se materializa en una motocicleta, una cámara viral y un prontuario judicial sin avances.
La noticia, que comenzó como meme y rescate anónimo, mutó en escándalo. La política, en este episodio, se construye con lógicas de fuerza: barras en actos públicos, silencio oficial tras revelaciones y vínculos opacos que atraviesan el discurso libertario de ruptura.
Si querés, puedo investigar también detalles sobre la causa judicial de Rosatti, antecedentes en Comunicaciones, o el perfil de Sebastián Pareja en la campaña. ¿Te gustaría que incluyamos una línea gráfica o un cronograma para la versión impresa? Estoy a disposición.