El Gobierno enfrenta esta semana un desafío clave: renovar vencimientos por más de $7 billones mediante una licitación en pesos en pleno contexto de volatilidad financiera, electoral e inflación galopante.
Es la hora de verdad para el ministro de Economía, Luis Caputo, y su equipo. Este miércoles, el Gobierno pone en marcha una licitación de deuda en pesos con un menú variado —que incluye Lecaps, letras TAMAR, Boncer y títulos ligados al dólar— diseñada para renovar cerca de $7 billones, resultantes del canje con el Banco Central que alivió parcialmente un cronograma de pagos que supera los $16 billones para el mes. La refinanciación precede a una segunda convocatoria prevista para el 26 de septiembre.
El trasfondo es de alta presión financiera. Tras la derrota del oficialismo en Buenos Aires, los mercados reaccionaron con caídas de bonos y subas de riesgo país, mientras la divisa se aproximaba al techo de la banda cambiaria sin intervenciones directas del Tesoro . El contexto electoral —con elecciones legislativas en la mira— intensifica la incertidumbre.
En las licitaciones previas, Caputo ya debió convalidar tasas extraordinariamente altas para asegurar rollover. A fines de agosto, el Tesoro renovó el 114,66% de los vencimientos, absorbiendo $7,667 billones y ofreciendo tasas de hasta 75,66% anual, triplicando la inflación proyectada para 2025 . Esa operación fue posible gracias a un endurecimiento de los encajes bancarios (llegando al 53,5%) que incentivaron la colocación.
Sin embargo, en la licitación anterior a esa, el rollover fue mucho menor (61%), pese a tasas que alcanzaron niveles elevados —por encima del 69% de TIREA para ciertas Lecaps— lo que obligó al BCRA a intervenir con encajes y medidas de absorción de liquidez .
El Banco Central ha tenido un rol activo en el control de liquidez y tasas. En momentos de fuerte volatilidad, llegó a poner un piso de tasas en cauciones del 45%, mientras las tasas efectivas mensuales en instrumentos como las Lecaps llegaron al 4–6% . También aplicó un ‘apretón monetario’ endureciendo encajes, reduciendo liquidez y provocando volatilidad en los tipos de cambio y mercados bursátiles.
En el mercado de deuda, el apetito por instrumentos vinculados al dólar —como los dolar-linked o Boncer— se mantuvo débil. Los bancos priorizaron títulos indexados por TAMAR o Lecaps, incluso a costo fiscal alto.
La gran incógnita es si Caputo logrará esta vez un rollover cercano al 100% sin seguir escalando los costos. El calendario exige que también se logre rollear los vencimientos de fin de mes, que en conjunto alcanzan unos $16,3 billones, aunque se han reducido a poco más de $7 billones con ayuda del canje con el Central.
Hasta ahora, la estrategia del gobierno ha sido clara: absorber el exceso de pesos para no generar presión adicional sobre el dólar y contener la inflación, al costo de pagar tasas nominales golpeadoras. Pero advierten analistas que esta solución es temporal: “un alivio transitorio con un costo que pagarán las cuentas públicas en los próximos años”.
El desafío no es sólo financiero: es también político. Mantener alineados al sistema financiero ante un contexto de creciente desconfianza y volatilidad requiere muñeca fina. Si bien Caputo asegura que “nada va a cambiar en lo económico”, desde lo fiscal, monetario o cambiario, sus decisiones serán examinadas estado por estado por inversores y la sociedad.
La prueba está sobre la mesa: refinanciar por encima del 100% sin seguir pagando tasas agonizantes. Cada punto porcentual al alza implica miles de millones de pesos en compromisos futuros. Una licitación exitosa puede aliviar hoy, pero proyectar una deuda más cara para los próximos años. Y en un escenario con elecciones acercándose, ese costo puede tener consecuencias políticas profundas.