El organismo multilateral salió del silencio tras la derrota electoral bonaerense y reforzó el programa económico. El presidente Javier Milei redobló el compromiso con la política fiscal, monetaria y cambiaria pactada.
En el contexto de una inédita derrota política en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno de Javier Milei recibió ayer una inesperada señal de respaldo por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), que desembarcó tras semanas de silencio. En un pronunciamiento difundido por su vocera Julie Kozack, el organismo internacional afirmó que “colabora estrechamente con las autoridades argentinas en la implementación de su programa para afianzar la estabilidad y mejorar las perspectivas de crecimiento del país”.
Simultáneamente, el presidente Milei no tardó en replicar el mensaje: “No nos moveremos ni un milímetro del programa económico”, aseguró, ratificando su compromiso con el esquema de bandas cambiarias, el equilibrio fiscal y la agenda de desregulación.
En rigor, el anuncio del FMI es el primer pronunciamiento público tras la derrota electoral del domingo. La portavoz concedió explícitamente que el organismo respalda la sostenibilidad del marco cambiario y monetario, así como la adhesión al ancla fiscal . El ministro de Economía, Luis Caputo, también difundió el mensaje, sin agregar comentarios propios.
Desde el Gobierno, el secretario de Política Económica, José Luis Daza, defendió públicamente el resultado: “Estoy muy cómodo con el esquema de bandas y muy conforme con el precio del dólar”, aseguró durante un foro de jóvenes empresarios . Caputo, por su parte, coincidió ante aseguradoras, tras la derrota: “Lo cambiario no es un problema; el dólar flota. Todo estuvo razonablemente bien”, enfatizó.
Esta intervención del FMI no llega en vano. Apenas hace unos meses, Argentina había logrado pasar la primera revisión del acuerdo de 20.000 millones de dólares que firmó en abril, lo que permitió recibir un nuevo desembolso de USD 2.000 millones, tras haber recibido ya USD 12.000 millones . Aquel acuerdo también incluyó el abandono del cepo cambiario y la instauración de un sistema de bandas cambiarias flexibles entre 1.000 y 1.400 pesos por dólar.
El nuevo régimen fue complementado por una fuerte política monetaria —suba de tasas, encajes bancarios, desarme de LEFIs— con el fin de contener la inflación y evitar una expansión excesiva de pesos en circulación . El BCRA dispone actualmente de un “poder de fuego” estimado en USD 14.000 millones para intervenir si así lo requiere la coyuntura.
Pese a estas medidas, persisten tensiones: el dólar rozó el piso histórico de 1.400 pesos y se mantuvo oscilando en torno a los 1.363 pesos por unidad con intervención del Tesoro, algo inédito que marcó un desplazamiento de funciones respecto del BCRA . En paralelo, se disparó el riesgo país cerca de los 900 puntos, y tasas de interés se ubicaron entre 40 % y 150 % anual . La decisión del Tesoro de intervenir directamente fue criticada como síntoma de “desinstitucionalización”, al asumir funciones que corresponden al Banco Central.
Aun así, el FMI elogió los compromisos del país en materia fiscal, monetaria, de reservas y reformas estructurales. Cabe recordar que el acuerdo de abril fue calificado por el organismo como un paso hacia un crecimiento sostenible en un contexto global adverso.
No obstante, los desafíos no ceden. Argentina enfrenta vencimientos de deuda por más de USD 18.000 millones en 2026, y las reservas netas del BCRA se mantienen en negativo por alrededor de USD 8.000 millones, lo que hace la estrategia actual poco sostenible a largo plazo.
En el mundo empresario, la señal del FMI fue celebrada, pero también urgió a poner más énfasis en la política: “Se necesita más política”, sintetizó Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, en un contraste entre el éxito económico y la necesidad de consenso político.
El respaldo del FMI y la firmeza del Gobierno llegan justo antes de las elecciones legislativas de octubre, que se juegan, entre otros, en la provincia de Buenos Aires. Aunque busca transmitir fortaleza, la Casa Rosada entiende que el verdadero pasaje hacia 2027 no solo se libra en los mercados.