La derrota en la provincia desató una feroz interna: Santiago Caputo busca apoyo en el PRO para desplazar a Sebastián Pareja, mientras el jefe bonaerense arma “Los Inquebrantables” para resistir lo que denuncia como ataques internos.
Tras una aplastante derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, La Libertad Avanza entra en ebullición. Santiago Caputo, asesor presidencial y uno de los operadores más influyentes del entorno de Milei, busca consolidar fuerza en el PRO para debilitar a Sebastián Pareja, quien controla la mesa bonaerense del espacio. Mientras tanto, Pareja reconoce el traspié, convoca autocrítica, denuncia traiciones internas y monta una ofensiva discursiva para frenar lo que llama los ataques de estructuras digitales ligadas a Caputo.
Desde que los resultados electorales mostraron una diferencia de más de trece puntos entre La Libertad Avanza y Fuerza Patria en Buenos Aires —una derrota que no sólo sorprendió por el margen, sino por lo que reveló de la dispersión interna— el escenario político bonaerense dejó de girar en torno a la oposición externa. Ahora se abrió una ofensiva entre internos. Caputo parece resuelto a reorganizar el poder dentro del oficialismo: quiere influir sobre nombres, sobre la distribución de favores territoriales, sobre quién manda. Y Pareja empezó a construir su propia resistencia, con palabras y gestos para afirmarse ante lo que interpreta como una embestida de su propio espacio.
Caputo, conocido por su rol estratégico en la campaña de 2023 y apodado “el mago detrás de Milei”, ha cambiado su modus operandi. En los últimos días no sólo ha mantenido reuniones con figuras del PRO en oficinas porteñas como Reconquista 40, sino que ha abandonado cierto perfil bajo para mostrarse públicamente junto a Milei y su gabinete, incluso tras la derrota. Lo suyo ya no es sólo diseñar estrategias desde las sombras: el hermetismo ya no le sirve si lo que busca es disputar poder dentro de su misma fuerza.
Sebastián Pareja reaccionó. Tras admitir públicamente que el resultado “no fue el esperado” y que se necesita una fuerte autocrítica, empezó a denunciar lo que él describe como maniobras internas que lo aíslan y lo debilitan. Como cuando acusó a dirigentes del PRO de no acordar con LLA, diciendo que eso los hace “funcionales al kirchnerismo”, o cuando habló de la exclusión de militantes digitales —“las Fuerzas del Cielo”— del armado, lo que considera un error y una traición.
Uno de los episodios que más ruido generó fue la expresión que utilizó Pareja al referirse a quienes agredieron al presidente Javier Milei durante una caravana en Lomas de Zamora, calificándolos de “discapacitados”. Esa frase, además de desatar críticas sociales, pone en evidencia lo delicado de mantener un mensaje unificado en un espacio donde las emociones fuertes y los discursos de choque son parte del ADN.
Pero Pareja no sólo responde con acusaciones: también ha logrado cierto respaldo interno, especialmente porque fue ratificado al frente de la mesa bonaerense de La Libertad Avanza, lo que le da legitimidad institucional para plantarse frente a cualquier intento de desplazamiento. Esa ratificación parece ser uno de los puntos que Caputo pretende desafiar, apostando a conseguir aliados dentro del PRO y otros espacios para correrle el eje del poder político bonaerense.
El contexto hace que todo esto tenga riesgos grandes. Para Caputo, si su ofensiva interna se torna demasiado visible podría generar fracturas no menores en La Libertad Avanza. Algunos de los dirigentes que él quisiera sumar tal vez no quieran quedar pegados a una pelea que puede terminar mal de cara al electorado. Para Pareja, en cambio, mantener cohesión interna, evitar que su espacio parezca demasiado dividido, y lograr que su autocrítica sea percibida como gestualidad sincera más que como maniobra de supervivencia, serán desafíos que podrían marcar la diferencia hacia las próximas elecciones.
El trasfondo de todo esto es también lo que revela de La Libertad Avanza como espacio político que gobierna. La derrota en Buenos Aires expuso debilidades operativas, estructurales, de comunicación y de conexión territorial. Mostró que los liderazgos nacionales —Milei, Caputo, Karina Milei— tienen que lidiar con las realidades provinciales, con esos operadores de piso que Pareja representa. Que los discursos duros funcionan electoralmente para captar atención, pero no siempre se traducen en votos si no hay gestión ni arte de contener errores.
En este tablero, todas las piezas se mueven mirando hacia la elección de octubre. Lo que hoy parece una puja interna puede definir quiénes serán los candidatos que finalmente aparezcan en la boleta, qué aliados provinciales seguirán siendo funcionales, qué nombres quedarán fuera, y cómo se distribuirán los espacios de poder. Si Caputo logra reclutar suficientes apoyos del PRO, puede representar una ofensiva decisiva; si Pareja logra frenar esa avanzada fortaleciendo su base territorial, manteniendo alianzas locales, y haciendo de la autocrítica una señal de renovación, podría sostener su liderazgo.
Al final, esta no es sólo una lucha por cargos. Es una batalla por el relato, por la legitimidad, por quién conduce La Libertad Avanza en la provincia más importante del país. Y si la interna no se maneja bien, lo que está en juego no es solo el lugar de Pareja o Caputo, sino la capacidad del espacio de no ser devorado por sus propias contradicciones.