19 septiembre, 2025 4:01 am

SUBA DEL DÓLAR: CAPUTO HABLA DE “RIESGO KUKA” Y SORPRENDE CON UNA FRASE DE CRISTINA

El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, restó importancia este jueves a la reciente suba del dólar oficial al argumentar que responde a factores esperados, conocidos en su gestión, entre ellos lo que denominó “el riesgo kuka”, al tiempo que sorprendió al advertir que coincide con una vieja aspiración política que había expresado Cristina Fernández de Kirchner: captar los dólares que permanecen guardados “bajo el colchón”. Caputo expuso su postura en una mesa política con gobernadores, donde afirmó que la depreciación del peso frente al billete verde no reviste gravedad macroeconómica estructural y que el fenómeno no es más que un episodio dentro de las oscilaciones normales del mercado cambiario en su gobierno.

En su exposición, Caputo sostuvo que la suba del dólar oficial –que en las últimas semanas registró un salto relevante– refleja decisiones de algunos actores que recurren al cambio para protegerse ante incertidumbres políticas que él mismo definió como parte del “riesgo kuka”. Según mediciones privadas, desde que pronunció su frase “Comprá, no te la pierdas campeón” el dólar oficial aumentó entre un 11 % y un 13 %. Esa expresión buscó desalentar la compra masiva de divisas al sugerir que la cotización aún no se escapaba de los “techos de la banda cambiaria”.

El dólar oficial –de venta al público– se cotiza hoy alrededor de $ 1.445, mientras que el blue opera en cercanías de $ 1.410 para la venta, evidenciando una brecha entre ambos tipos de cambio aunque moderada respecto de momentos críticos precedentes. Caputo remarcó que esas variaciones no están provocando un traslado inmediato o automático a los precios internos, al menos según los últimos índices disponibles, lo que para él refuerza la idea de que la suba es tolerable dentro del cuadro general.

La coincidencia que Caputo destacó tiene que ver con una política largamente mencionada por Cristina Kirchner en distintas etapas de su carrera política: lograr que quienes acumulan dólares en forma informal (los manuales del “colchón”) los traigan al circuito formal, ya sea vendiéndolos al Estado o ingresándolos al sistema financiero, de modo de sumar reservas, moderar el volumen del mercado paralelo y mejorar el control cambiario. Caputo sostuvo que, irónicamente, su Gobierno estaría impulsando algo semejante indirectamente, dado que la percepción de riesgo induce a muchos pequeños ahorristas a desocupar el colchón cambiando pesos por dólares o haciéndose con cobertura, lo que le da al Estado una oportunidad de captar esos dólares. Esta idea genera polémica, porque implica reconocer que existe preocupación en el público por la estabilidad económica, pero también que la medida de la autoridad económica mira a beneficiarse políticamente mediante esa captación.

Analistas del mercado señalan que hay peligros potenciales en minimizar la suba del dólar: uno de los más mencionados es el riesgo inflacionario si la depreciación continua se traslada a los precios de bienes importados o insumos. Otro tiene que ver con la credibilidad: si los agentes económicos perciben que el Gobierno subestima los efectos cambiarios, podrían anticiparse a movimientos más bruscos comprando divisas, lo que agudiza la presión sobre el tipo de cambio oficial y sobre las reservas. Hasta ahora, según fuentes privadas, la inflación mensual se mantiene debajo del 2 % para algunos meses recientes, aunque se advierte que esos datos aún no captan plenamente los efectos rezagados de los saltos del dólar.

En cuanto a las implicancias políticas, Caputo lanzó una crítica indirecta al ritmo de las elecciones legislativas que se aproximan: sostuvo que votar cada dos años, un punto que también usó Cristina Kirchner en discursos recientes, genera distorsiones en las políticas económicas de mediano plazo. Esa fue una de las coincidencias políticas inesperadas que llamó la atención durante su discurso ante gobernadores: tanto Cristina como Caputo coinciden en criticar la alta frecuencia electoral como un factor de inestabilidad.

El término “riesgo kuka” aparece reiteradamente cuando Caputo alude a la posibilidad de que surgieran crisis de confianza, corridas cambiarias o episodios de fuerte demanda de dólares si un actor relevante del escenario político utilizara retórica que genere temor, incertidumbre regulatoria o fiscal. No todas las fuentes coinciden en el origen exacto del término, pero se lo usa en el Palacio de Hacienda para encapsular esa noción de riesgo político-electoral que afecta los mercados.

Fuentes oficiales explican que el gobierno dispone de reservas internacionales, ingresos fiscales y capacidad de intervención para moderar el impacto cambiario si la presión se vuelve excesiva, así como herramientas como bandas cambiarias ajustables mensualmente, venta de divisas por parte del Estado, tasas de interés elevadas, y control del déficit. El Gobierno enfatiza que no está invirtiendo en aceleraciones bruscas, sino en sostener una trayectoria de desinflación que al menos hasta ahora ha mostrado señales de desaceleración persistente de la inflación interanual.

No obstante, los economistas advierten que si el dólar oficial continúa subiendo, podría producirse un efecto retrasado en los precios de alimentos, transporte y tarifas, sectores sensibles al costo de importaciones o insumos dolarizados. También señalan que el dólar paralelo (blue) y los tipos financieros podrían empezar a presionar los precios si la brecha se amplía o la diferencia entre oferta y demanda se torna gritante, lo que ya ha pasado en ocasiones anteriores en escenarios de mayor tensión macroeconómica.

Caputo, además, procura diferenciar este gobierno de economías anteriores al recalcar que no sólo Cristina expresó esa aspiración política de captar los “dólares del colchón”, sino que sus políticas en el pasado no lograron concretarla debido a desconfianza, regulaciones rígidas o insuficiente estímulo para que los tenedores de dólares informales los liquiden o ingresen al sistema formal. Pero el ministro asevera que ahora, con mayor apertura cambiaria, bandas flexibles, menos controles y tasas que remuneran depósitos –aunque caras– se abre una oportunidad para que ese fenómeno ocurra.

Finalmente, el ministro aseguró que si las variaciones del dólar se ubican dentro de ciertos rangos (como el que hoy marca la banda cambiaria oficial, ajustable) y no se disparan por expectativas desbordantes ni por choques externos inesperados, no habrá necesidad de medidas alarmantes; que se sigue trabajando para que esas subas no repercutan en la inflación general; y que el Gobierno confía en que los efectos negativos serán manejables, sin comprometer la meta de desinflación ni el equilibrio fiscal prometido.

Hoy, la cotización del dólar oficial, la cotización paralela y las expectativas inflacionarias son factores de seguimiento constante. La ciudadanía observa con preocupación los precios, los economistas las reservas y los mercados financieros la brecha cambiaria. Todos coinciden en que, aunque por ahora la suba del dólar no ha generado una crisis abierta, sí pone a prueba la capacidad del Gobierno para mantener los equilibrios que promete.

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