3 noviembre, 2025 5:14 pm

EL SISTEMA EDUCATIVO A PRUEBA: SÓLO EL 10% DE LOS ESTUDIANTES ARGENTINOS LOGRA EGRESAR LA SECUNDARIA A TIEMPO Y CON APRENDIZAJES SATISFACTORIOS

Un terremoto educativo sacude al país. Según el reciente informe “Índice de Resultados Escolares: ¿Cuántos estudiantes llegan al final de la secundaria en tiempo y forma?”, elaborado por Argentinos por la Educación, apenas uno de cada diez alumnos que comenzó la primaria en 2013 logró completar la secundaria en 2024 sin repetir ni abandonar y, al mismo tiempo, alcanzando los niveles de aprendizaje esperados en Lengua y Matemática.

El documento también revela que, si bien ha habido una mejora en las trayectorias escolares —el 63% de esa cohorte cursó los doce años estipulados sin interrupciones—, esa evolución no se tradujo en mejores resultados académicos. En Lengua, el porcentaje de estudiantes que logró un desempeño satisfactorio ascendería al 58 %, mientras que en Matemática los resultados cayeron marcadamente.

La caída es pronunciada si se comparan estos datos con mediciones previas. En la cohorte 2011–2022, aproximadamente 13 de cada 100 jóvenes habían egresado en tiempo y forma; ese porcentaje se había situado en 16 de cada 100 para la cohorte 2009–2020. El informe sugiere que el impacto de la pandemia profundizó las brechas, sobre todo en Matemática, donde los retrocesos son más significativos.

Las desigualdades territoriales son contundentes: en la Ciudad de Buenos Aires, se estima que 23 de cada 100 estudiantes alcanzan la meta de terminar el nivel medio en tiempo y forma, mientras que en provincias como Chaco ese porcentaje baja a apenas 3 de cada 100. En otras jurisdicciones como Santiago del Estero, Misiones o Catamarca, la proporción se ubica en torno al 4%.

Ante este panorama, especialistas y actores del ámbito educativo advierten que el problema es estructural. No se trata –dicen– de pastillas milagrosas sino de una articulación coordinada entre políticas curriculares, formación docente, recursos materiales y estrategias específicas para acompañar a quienes atraviesan mayores dificultades.

Una de las claves señaladas es revertir el deterioro de los aprendizajes básicos, en especial en Matemática. También se apunta a la necesidad de priorizar una detección temprana de estudiantes en riesgo, fortalecer la continuidad entre niveles y garantizar condiciones mínimas para que la escuela cumpla su rol de sostén social.

El desafío es mayúsculo: en un país que históricamente ha apostado por la educación como herramienta de movilidad social, esos datos revelan que el sistema está fallando en su cometido más urgente. El 90% de los jóvenes no logra conjugar tiempo, continuidad y calidad educativa. La pregunta que ahora exige respuesta es si el Estado y la sociedad están dispuestos a enfrentar ese déficit con la ambición y el presupuesto que exige la emergencia educativa.

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