La súbita decisión del gobierno argentino de suspender temporalmente las retenciones a las exportaciones de granos desató una verdadera revolución comercial: China reservó al menos 20 cargamentos de soja argentina, equivalentes a más de 1,3 millones de toneladas, en apenas dos días, dejando al descubierto las implicancias geoestratégicas de la agroexportación sudamericana.
La medida, oficializada mediante el decreto 682/2025, establece que la exención del impuesto al poroto de soja se mantendrá hasta el 31 de octubre inclusive, o hasta que las Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) alcancen los 7.000 millones de dólares —al ocurrir el primero de esos eventos, cesará el beneficio.
China aprovechó de inmediato la ventana abierta: los exportadores chinos reservaron cargamentos para embarque en noviembre, algunos incluso provenientes de la nueva cosecha argentina. Los contratos se firmaron con primas de alrededor de 2 dólares por bushel respecto al precio de referencia del contrato de Chicago (CBOT), lo que evidencia el ávido interés por asegurar suministros competitivos frente a otras fuentes.
La maniobra generó un fuerte impacto en el mercado global. Los futuros de harina de soja y aceite en la Bolsa de Dalian se desplomaron un 3,5 % ante el exceso de oferta proyectada desde Sudamérica.
La frustración en EE. UU.
Mientras Argentina celebra el impulso exportador, en Estados Unidos se respira consternación. Los agricultores sojeros norteamericanos no han logrado vender un solo cargamento de su nueva cosecha a China, golpeados por los aranceles del 20 % impuestos por Pekín en represalia comercial, que encarecen sus productos frente a alternativas latinoamericanas.
La Asociación de Soja de Estados Unidos (ASA) elevó su voz para reclamar medidas urgentes, instando al presidente a negociar con China y expresar su malestar por el desfase comercial que favorece a Argentina. “La frustración es abrumadora”, advirtieron productores estadounidenses ante la evidencia de que, mientras ellos enfrentan barreras arancelarias, Argentina disfruta de una tregua impositiva que abre su mercado de forma agresiva.
Además, la presencia del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, en negociaciones con el gobierno argentino generó interpretaciones cruzadas: algunos ven en su intervención el interés de Estados Unidos porque la Argentina mantenga cierto nivel de recaudo, otros dicen que se trata de alentar una economía exportadora que pueda colaborar con el pago de deuda.
Respuestas argentinas y tensiones internas del agro
Fuentes del sector exportador y las cámaras industriales, como CIARA, consideraron que la eliminación temporal de retenciones prueba la capacidad exportadora del país y reclamaron que la medida se convierta en permanente para brindar previsibilidad.
Sin embargo, los productores locales también manifestaron su disgusto, al percatarse de que el beneficio se concentró en manos de grandes exportadores, mientras que pequeñas y medianas explotaciones quedaron al margen del proceso. “La enorme mayoría de los productores quedó fuera de este beneficio”, afirmó la Sociedad Rural de Rosario.
Algunos analistas alertan que muchas ventas declaradas aún no poseen respaldo físico de granos, lo que podría derivar en conflictos futuros entre productores y comercializadores para definir el precio efectivo de la soja.
Hacia dónde puede derivar el conflicto
El giro comercial de China hacia la soja argentina representa una redistribución significativa del mercado global, al menos en el corto plazo. Con Estados Unidos relegado, el gigante asiático afianza su dependencia de proveedores sudamericanos como Argentina y Uruguay.
Pero el beneficio para Argentina dependerá tanto de la capacidad logística de embarque como de la eficacia con la que se ejecute esta política impositiva en el terreno. El desafío será mantener competitividad sin provocar tensiones fiscales insostenibles.
En Washington, la presión sobre el gobierno federal crece: los productores agrícolas exigen una inmediata reacción diplomática para reabrir la puerta del mercado chino. En Buenos Aires, mientras tanto, el agro aguarda definiciones decisivas: si se consolida la exención de retenciones, podría relanzarse un nuevo ciclo exportador con Argentina como actor central del abastecimiento mundial de soja.