En el marco del último paquete de medidas cambiarias anunciadas por el Banco Central, el ministro de Economía, Luis Caputo, salió a defender el endurecimiento de las restricciones y buscó restarle dramatismo a las críticas. Durante una entrevista televisiva, sostuvo que se trató de “cortar un kiosco de unos pocos que arbitraban los dos mercados”, aludiendo a que apenas unas veinte personas se verían afectadas por las nuevas reglas.
Según Caputo, el objetivo de la medida es desalentar operaciones especulativas entre el mercado de cambios oficial y los mercados financieros, en lo que suele conocerse como “el rulo”. A modo de ejemplo, explicó que mientras el jueves anterior el Tesoro solo había podido adquirir el 25 % de las divisas que liquidaba el sector agropecuario, con las nuevas restricciones esa proporción habría ascendido al 77 %, lo que le permitió al Ejecutivo captar US$ 1.345 millones ese día.
Caputo negó que esta política represente un nuevo cepo cambiario. Aseguró que las denominadas “restricciones cruzadas” —según las cuales quien compre dólares oficiales no podrá acceder a los dólares financieros por 90 días— no implican un cerrojo generalizado, sino una corrección para evitar distorsiones en los mercados. “Hablar de cepo es un disparate”, dijo.
Desde el Banco Central, su director Federico Furiase respaldó el argumento y publicó un mensaje explicativo en redes sociales: sostuvo que la disposición “no impide que las personas humanas compren dólares para ahorrar en el MLC”, pero sí limita que esos dólares sean usados para abastecer el mercado de dólares financieros. Según Furiase, la medida “busca evitar distorsiones en el mercado de cambios”.
La medida se da en un momento de alta tensión cambiaria. En las últimas jornadas, el dólar financiero mostró aumentos y la brecha entre los distintos tipos de cambio volvió a ampliarse, lo que despierta inquietud entre inversores y sectores productivos.
El anuncio también ocurre en medio de la polémica generada por el abrupto fin del régimen de retenciones cero que el Gobierno había implementado días atrás para el agro. Si bien ese esquema solo duró tres días y despertó críticas inmediatas del sector, Caputo sostuvo que los productores efectivamente se beneficiaron con precios récord de la soja y que la medida temporal “fue una herramienta extraordinaria”.
Para reforzar el respaldo a la estrategia fiscal y monetaria, el funcionario señaló que a partir de la colocación de deuda del Tesoro se captaron $ 1,8 billones adicionales, interpretado por el oficialismo como señal de que esos pesos no se destinaron a la compra de divisas, sino a inversiones en moneda local.
Analistas advierten, sin embargo, que las medidas podrían generar efectos negativos en el clima económico. Algunos opinan que asociarlas con un “cepo light” debilita la confianza y estimulan expectativas de represalias o judicializaciones. Otros temen que el freno a operaciones especulativas provoque una mayor volatilidad de los tipos de cambio alternativos y presiones sobre la inflación.
El Gobierno encara ahora el desafío de demostrar que las restricciones aplicadas son efectivas y de corto impacto, mientras deberá responder ante el Congreso y los distintos sectores productivos por los efectos colaterales que puedan surgir de una política monetaria marcada por intervenciones persistentes. Caputo y su equipo deberán equilibrar entre el control cambiario, la estabilidad financiera y el rumbo hacia el desendeudamiento.