En un nuevo episodio de la política migratoria estadounidense, un avión con ciudadanos argentinos deportados aterrizó esta madrugada en Ezeiza, marcando el cuarto vuelo de retorno del año. La cifra creciente alarma a familiares y organizaciones que cuestionan los criterios aplicados.
Durante la madrugada de este martes, alrededor de la 1 h, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza un vuelo procedente de Estados Unidos con siete argentinos deportados.
Se trata del cuarto vuelo de deportados en lo que va de 2025. Los anteriores habían arribado el 12 de junio y el 26 de septiembre.
Al igual que en casos anteriores, los deportados ingresaron por la puerta FBO VIP Club de Ezeiza, usada para servicios exclusivos, donde familiares aguardaban desde temprano.
Algunos de los repatriados habían residido en EE. UU. durante décadas; uno de ellos llevaba veinticinco años en el país del norte.
El vuelo se suma a una política migratoria más estricta adoptada por la administración de Donald Trump, que intensificó las deportaciones de migrantes indocumentados o con antecedentes penales.
Este es el cuarto vuelo de argentinos deportados confirmados en 2025.
En los vuelos anteriores también hubo repatriados con largos años de residencia en EE. UU.
Aunque no se dispone de una lista oficial completa, se entiende que los criterios de expulsión incluyen tanto infracciones migratorias como causas penales presuntas.
En otros países latinoamericanos también se registran deportaciones masivas desde EE. UU. recientemente. Por ejemplo, Estados Unidos envió vuelos con ciudadanos chileno deportados que denunciaron malos tratos y condiciones degradantes.
Organismos de defensa de derechos humanos y familiares expresan preocupación por la opacidad en los criterios de selección y la falta de transparencia sobre los antecedentes de los deportados.
Algunos repatriados afirman que no tenían causas penales y que fueron deportados simplemente por su estatus migratorio.
Asimismo, se plantea la posibilidad de que la política migratoria estadounidense esté orientada a ejercer presión sobre países latinoamericanos o como instrumento de control interno.
Quedan pendientes varias incógnitas:
¿Cuántos argentinos más podrían ser deportados en lo que resta del año?
¿Cuál es el perfil detallado de los deportados (antecedentes, tiempo de residencia, causas)?
¿Qué rol juegan los consulados argentinos y el gobierno nacional en el seguimiento y protección de estos ciudadanos?
¿Qué respuesta diplomática habrá por parte de Argentina ante esta creciente práctica?
Esta llegada marca un nuevo capítulo en la relación entre Argentina y EE. UU. en materia migratoria, y los próximos días serán clave para conocer cómo se asume internamente esta circunstancia.