En plena tormenta política por denuncias de vínculos con un empresario acusado de narcotráfico, José Luis Espert fue recibido por el presidente Javier Milei en la Quinta de Olivos. Pese a presiones internas y externas para que se aparte de la campaña, el economista respondió con un rotundo “no me bajo nada” y obtuvo el respaldo explícito del mandatario para continuar como candidato en Buenos Aires.
El viernes por la noche quedó confirmado lo que muchos sectores del gobierno y de la coalición consideraban inevitable: el presidente Javier Milei recibió en la residencia oficial de Olivos al diputado José Luis Espert en una reunión que no estaba prevista en la agenda pública.
El motivo del encuentro fue el intenso debate interno sobre la continuidad de Espert como cabeza de la boleta bonaerense, tras su vinculación mediática con el empresario Federico “Fred” Machado, procesado en Estados Unidos por narcotráfico, lavado de activos y fraude.
Desde temprano se había filtrado que existían versiones y pedidos para que Espert se retirara de la contienda electoral, que el oficialismo buscara un reemplazo o que al menos se cambiara la cabeza de lista para evitar un desgaste político que podría afectar al resto del frente.
Pero el propio Espert salió al cruce de las especulaciones: mediante un mensaje en la red social X respondió a un comentario del periodista Eduardo Feinmann, quien señalaba que “todo conduce a la renuncia de José Luis Espert”. Su respuesta fue contundente:
“Hola Edu! No me bajo nada. Te veo el lunes en tu programa de A24. Salute!”
Ese mensaje fue replicado y respaldado públicamente por el presidente Milei, lo que dejó en claro el alineamiento del mandatario con la permanencia del economista en la campaña.
Según fuentes del equipo presidencial, el jefe de Estado defiende su decisión asumiendo que un cambio abrupto podría ser más perjudicial políticamente que el costo de mantener a Espert.
El escándalo que desató la crisis política
La tensión estalló después de que se difundieran informes que vinculaban a Espert con Machado, quien —además de estar procesado por delitos relacionados con narcotráfico— fue funcionario de justicia en Brasil y hombre de negocios con operaciones en diversas jurisdicciones.
Espert reconoció haber recibido un pago de 200.000 dólares en 2020, que según él correspondió a servicios de consultoría económica para una empresa minera ligada a Machado, negando que aquel desembolso hubiese sido para financiar campañas políticas.
Explicó además que la operación fue realizada mediante bancos de Estados Unidos y que todo quedó declarado ante las autoridades correspondientes: “Puedo haber pecado de ingenuo, pero delincuente jamás”, fue una de sus frases más repetidas.
Sin embargo, la documentación judicial norteamericana y las investigaciones federales sugieren que esos fondos provienen de maniobras vinculadas al entramado de Machado, lo que implicaría un serio riesgo reputacional para la campaña del oficialismo.
El escándalo fue tomado por fuerzas de oposición y medios como un golpe electoral estratégico, especialmente relevante dado que la provincia de Buenos Aires concentra cerca del 40 % del padrón nacional.
Intenciones tácticas y consecuencias políticas
El respaldo reiterado de Milei a Espert busca también contener rupturas internas del espacio libertario ante un adelanto electoral de alta tensión, con amplios riesgos tanto en el plano interno como en el externo.
Por su parte, el expresidente Mauricio Macri, quien días atrás se reunió clandestinamente con Milei, reclamó públicamente que se “resuelva el caso Espert” y cuestionó la demora en adoptar una decisión definitiva sobre la candidatura del diputado.
Desde sectores del PRO y del macrismo, advierten que una señal de debilidad política o una decisión tardía pueden erosionar la gobernabilidad y empujar al oficialismo a un desgaste innecesario.
Para analistas políticos, la jugada de mantener a Espert puede responder a una apuesta de “mejor malo conocido”, ya que reemplazarlo podría reinterpretarse como una admisión de culpa o debilidad. Pero también señalan que si se profundiza la crisis judicial o emergen nuevas pruebas en su contra, el costo puede superar cualquier cálculo táctico previo.
Un cierre sin concesiones
La decisión alcanzada en Olivos deja al descubierto la tensión entre responsabilidad política, estrategia electoral y las sombras del poder judicial que acechan cada paso de los candidatos. En ese marco, Espert continúa su campaña con un grito de guerra: “No me bajo nada”.
El desafío para el oficialismo será sostener la narrativa de fortaleza sin que el escándalo termine devorando la campaña. En las próximas semanas, todo esfuerzo de contención política tendrá que convivir con la posibilidad de que nuevas filtraciones, documentos judiciales u ofensivas mediáticas reabran las grietas.
El contador marcó el horario de la pulseada electoral y cada actor tiene ahora la decisión cargada de consecuencias.