Padres y chicos del gimnasio municipal denunciaron promesas incumplidas y favoritismos. El intendente Pablo Grasso negó haber prometido el viaje y se desligó del reclamo de los niños.
Una escena tensa y cargada de indignación se vivió este martes en el gimnasio municipal Juan Bautista Rocha. Padres, madres y chicos se presentaron ante el intendente Pablo Grasso para reclamar por el viaje a Córdoba que, según aseguran, había sido prometido meses atrás. En medio de la reunión, un niño tomó la palabra y le recordó al jefe comunal: “Vos lo prometiste”.
La respuesta de Grasso sorprendió a todos los presentes. Con un tono distante, contestó: “No, yo no les prometí eso, eso te habrán dicho a vos, papito”. La frase cayó como un baldazo de agua fría y desató la indignación de los padres, quienes interpretaron esas palabras como una falta de respeto hacia el esfuerzo y la ilusión de los chicos.
El intendente justificó la decisión alegando que el municipio no cuenta con los fondos necesarios para cubrir el viaje. “No tengo 25 millones de pesos hoy”, expresó, en un intento por explicar la situación económica. Sin embargo, los reclamos se multiplicaron cuando varios padres señalaron que ese mismo monto había sido otorgado recientemente a otro club cercano al oficialismo, lo que alimentó las sospechas de favoritismo.
Mientras Grasso insistía en que la compra de un colectivo propio busca optimizar recursos, los presentes cuestionaban que la falta de dinero solo parece afectar a algunos. “A otros clubes sí los ayudaron”, repitieron los padres, sin obtener respuestas claras. La tensión creció con cada intercambio, en un ambiente donde la paciencia se agotaba y la desconfianza se hacía evidente.
“Me preocupa que los nenitos tengan esta decepción, pero hay que ser claros con ellos”, intentó explicar el intendente, aunque sus palabras no lograron revertir el malestar. Para las familias, la decepción no proviene solo de la falta de fondos, sino de la sensación de haber sido engañadas.
El encuentro terminó con rostros serios y un clima de impotencia general. La voz de un niño reclamando lo prometido se transformó en símbolo del desencanto de una comunidad que siente que el intendente les dio la espalda. Entre contradicciones, favoritismos y promesas que se esfuman, el gimnasio Rocha volvió a ser escenario de algo más profundo que una discusión por un viaje: el reflejo de cómo la palabra política, cuando se vacía de verdad, termina rompiendo la confianza de los más chicos.
