El metal precioso se desplomó más de un 6 % en una sola jornada y arrastró a los mercados internacionales. La toma de ganancias, el salto del dólar y el cambio en el clima financiero detonaron la caída.
El oro, que había tocado un récord de 4.381 dólares la onza, sufrió un desplome fulminante hasta los 4.100 dólares, borrando en horas semanas de ganancias. La magnitud del retroceso encendió alarmas en los mercados, donde se habló de una “corrección inevitable” tras meses de subas sin pausa.
El fortalecimiento del dólar, junto a señales de calma en los conflictos globales, redujo el atractivo del oro como refugio. Las empresas mineras y los fondos de inversión sufrieron pérdidas inmediatas, en una jornada que los analistas ya califican como “el día negro del oro”.
Aunque el metal sigue en niveles históricamente altos, la volatilidad dejó una advertencia clara: ningún refugio es infalible cuando cambia el rumbo de los mercados.
