El nuevo equipo de Fórmula 1 dio su primer paso grande en pista con dos días de ensayos en Imola.
El sueño de Cadillac en la máxima categoría empezó a hacerse realidad sobre el asfalto italiano. Con un monoplaza de especificaciones anteriores y totalmente negro, Sergio “Checo” Pérez se puso al volante para liderar las primeras pruebas del equipo que se sumará a la parrilla en 2026. El objetivo no fue buscar tiempos, sino “poner en marcha al grupo de trabajo como si se tratara de un gran premio real”.
Hasta ahora, el proyecto se apoyaba casi por completo en simuladores. La cesión del auto permitió que ingenieros y mecánicos practicaran montaje de boxes, cambios de configuración, procedimiento de salidas y entradas a pits, manejo de temperaturas y tiempos de reacción. Según la estructura, lo importante era que “los mecánicos comiencen a adquirir la memoria muscular de un equipo de F1”.
Para Checo, el test significó el regreso a la actividad tras un año sabático, pero también el comienzo de un rol central en el desarrollo del nuevo proyecto. Su experiencia sirve como guía para pulir la comunicación por radio, entender el comportamiento del coche y marcar una línea de trabajo. En el equipo destacan que “la ventaja que buscan no está en el auto, sino en las personas” y que cada kilómetro en pista ayuda a reducir errores cuando llegue el momento del debut oficial.
Con estas primeras vueltas en Imola, Cadillac pasó del simulador a la realidad y empezó a darle forma a su futuro en la Fórmula 1 con Checo Pérez como principal referencia deportiva.