El campeón del mundo reapareció en Mónaco y tuvo un regreso cargado de emoción después de 779 días.
Paul Pogba volvió a jugar un partido oficial después de más de dos años de inactividad y lo hizo con una escena digna de una película: todo el estadio lo ovacionó, incluso la hinchada del equipo rival. El mediocampista francés, campeón del mundo en 2018, reapareció con la camiseta del Mónaco en la derrota 4-1 ante Rennes por la Ligue 1, ingresando a los 84 minutos tras una espera interminable de 779 días.
Apenas pisó el césped, el público explotó en aplausos para recibir a un futbolista que atravesó uno de los períodos más duros de su carrera. Pogba devolvió ese cariño con algunos destellos de su talento: toques elegantes, pases limpios y la misma soltura que siempre lo caracterizó. Apenas terminó el encuentro, se arrodilló en el campo y agradeció en silencio un regreso que parecía lejano.
El francés no disputaba un partido desde el 3 de septiembre de 2023, cuando jugó sus últimos minutos en Juventus, apenas días antes de que estallara el caso de doping que derivó en su suspensión. La sanción inicial era de cuatro años, pero el Tribunal de Arbitraje Deportivo la redujo a 18 meses al considerar que la sustancia ingerida no fue consumida de manera intencional.
Sin contrato con la Vecchia Signora, Pogba encontró una nueva oportunidad en Mónaco, que confió en él incluso antes de que pudiera volver a jugar. Esa apuesta comenzó a rendir frutos con su emocionante debut en la Ligue 1, competición que, curiosamente, nunca había disputado en su carrera profesional.
Visiblemente sensibilizado, Pogba había confesado entre lágrimas en el día de su presentación: “Volver y fichar por Mónaco, con un club que creía en mí, fue un momento de alegría inmensa”. Su regreso a la cancha, ovacionado y liberador, confirma que aún tiene mucho por escribir en su historia.