El gobierno de Axel Kicillof logró la sanción definitiva en la Legislatura bonaerense de la ley que crea el Consejo de Promoción de la Actividad Audiovisual, un organismo autárquico que funcionará como una réplica provincial del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). La norma, impulsada por la máxima autoridad cultural de la provincia, Florencia Saintout –referente indiscutida de La Cámpora y exdecana de la Facultad de Periodismo de la UNLP–, establece un fondo inicial de $626 millones para su puesta en marcha en 2026, con cláusulas que permiten su ampliación mediante créditos internacionales, donaciones y reasignaciones presupuestarias.
La creación del organismo consolida un circuito de financiamiento, producción y distribución audiovisual controlado políticamente por el kirchnerismo bonaerense, en paralelo al desmantelamiento del sistema nacional de promoción cultural impulsado por el gobierno de Javier Milei. El nuevo Consejo dependerá del Instituto Cultural bonaerense, una estructura que ya maneja un presupuesto superior a los $86.000 millones para 2025, destinado en casi un 80% al pago de salarios de una planta funcional ampliamente ocupada por cuadros políticos y académicos afines.
Arquitectura de un monopolio cultural
La ley sancionada no solo crea el órgano de fomento, sino que establece un ecosistema cerrado y condicionado para acceder a sus recursos. Se implementará un Registro Único de la Actividad Audiovisual Bonaerense, que servirá como filtro excluyente: solo los productores, realizadores y técnicos inscriptos –y al día con sus obligaciones fiscales, laborales y previsionales– podrán aspirar a subsidios, créditos o participación en las licitaciones.
El Consejo de Dirección estará compuesto por representantes del Ejecutivo provincial, sindicatos afines, universidades públicas y asociaciones de gestión de derechos, asegurando una mayoría automática para la línea oficialista. Entre sus herramientas figuran la creación de una Red de Salas de Cine provincial, un Archivo Audiovisual Bonaerense y “BaFilma”, una plataforma de distribución digital para las obras producidas con fondos públicos.
Una caja política en medio de la tensión interna
La aprobación de la ley adquiere una dimensión política particular en un contexto de fricción visible entre el gobernador Kicillof y Máximo Kirchner, quien conduce la estructura nacional de La Cámpora. La designación de Saintout –figura de confianza del ala más dura del kirchnerismo– al frente de todo el entramado cultural, incluido este nuevo fondo millonario, es leída como un movimiento de Axel Kicillof para asegurar la lealtad del sector camporista en la provincia, dotándolo de un instrumento con capacidad de asignación de recursos, empleo y visibilidad.
La oposición: “Es el viejo INCAA, pero territorializado y discrecional”
Desde los bloopes opositores en la Legislatura advierten que el modelo replica los vicios de discrecionalidad y clientelismo que atribuyen al INCAA nacional en su época de mayor influencia kirchnerista. “Es la institucionalización de una caja política”, acusan, señalando que la ley habilita un mecanismo de financiamiento perpetuo –actualizable por ley presupuestaria y en función del precio de las entradas de cine–, con escasos controles sobre la meritocracia en la asignación de los proyectos.
Contraste con la política nacional
La medida se produce en un momento de desfinanciamiento y reducción abrupta del Estado cultural a nivel nacional. Mientras el gobierno de Milei desmantela el INCAA y recorta los subsidios a la actividad audiovisual, el gobierno bonaerense construye su propio sistema de promoción, con un financiamiento inicial significativo y una estructura de gestión fuertemente ideologizada. Esta apuesta refleja una estrategia de resistencia institucional: crear espacios de poder y preservación cultural al margen de la órbita federal, utilizando la capacidad fiscal provincial para sostener un sector estratégico en la batalla por la narrativa pública.
En definitiva, la creación del “INCAA bonaerense” trasciende la mera promoción del cine: es un acto de política territorial y de consolidación de un aparato cultural propio, que le garantiza al kirchnerismo bonaerense –y particularmente a La Cámpora– un instrumento de influencia, distribución de recursos y reproducción simbólica, blindado ante los vaivenes de la política nacional.