La profunda caída del consumo que atraviesa la Argentina ya golpea con fuerza a todas las provincias. El desplome de las ventas, que en algunos rubros supera el 20% interanual, tiene impacto directo sobre el empleo, la producción y la estabilidad de las economías regionales.
Comercios en crisis y cierres de locales
En las principales capitales provinciales —desde el NOA y el NEA hasta el Cuyo y la Patagonia— los comercios reportan caídas históricas en sus niveles de venta. Los centros comerciales muestran menos movimiento, proliferan los carteles de liquidación y los alquileres se renegocian a la baja.
Los sectores más afectados son:
Indumentaria y calzado, con caídas que llegan al 30%.
Electrodomésticos, donde el consumo prácticamente se paralizó por la pérdida del poder adquisitivo.
Almacenes y supermercados, que registran compras más chicas y pérdida de volumen.
Las cámaras advierten que miles de comercios están operando “al límite” y muchos evalúan cerrar.
Empleo en retroceso en todo el país
Con menos ventas, numerosas empresas comenzaron a ajustar planteles, reducir horas extras y suspender personal. La situación es crítica en provincias con fuerte presencia pyme.
Se registran:
Desvinculaciones en comercios minoristas,
Suspensiones en metalmecánica, autopartes y construcción,
Menor demanda de empleo registrado,
Aumento de la informalidad, primer eslabón en sentir la crisis.
Los sectores vinculados al turismo, gastronomía y servicios también sufren caídas de entre el 15% y el 40% en facturación, afectando miles de empleos indirectos.
Impacto fiscal: menos recaudación y más presión sobre las provincias
La caída del consumo genera una baja significativa en Ingresos Brutos —el principal impuesto provincial—, complicando las finanzas locales en un momento en que los gobiernos deben cubrir salarios, servicios esenciales y demandas sociales crecientes.