Exceso de producto acumulado y baja de consumo forzaron una suspensión total por 21 días.
La paralización de la planta de General Pacheco cayó como un balde de agua fría entre los más de dos mil empleados que hoy quedaron frente a un escenario incierto. La compañía decidió frenar toda la producción, una medida que muchos describieron como “el golpe más duro desde 2001”, en un contexto donde la demanda se desploma y los depósitos ya no dan abasto.
El silencio en los pasillos de la fábrica refleja el clima de tensión. Delegados explicaron que la suspensión, acordada con el sindicato, no implica despidos por ahora, pero reconocen que “nadie sabe con qué panorama nos vamos a encontrar cuando se reabra la puerta”.
La decisión expone con crudeza el deterioro del consumo masivo y el impacto que la crisis económica imprime sobre un sector históricamente estable. Que una multinacional de este tamaño detenga su actividad encendió alarmas y dejó abierta la incógnita sobre lo que pueda venir.
Entre los trabajadores reina la preocupación. Muchos vienen de meses ajustados y afirman que la noticia los dejó “sin certezas y con miedo a que este sea apenas el primer anuncio de algo mayor”. Mientras tanto, la empresa insiste en que será una pausa temporal para reacomodar su producción, aunque puertas adentro nadie se anima a asegurar cómo continuará la actividad.
