Cientos de vecinos y vecinas se congregaron este 3 de junio en el Gorosito, epicentro simbólico de Caleta Olivia, para marchar en memoria de Antonella Aybar y en el marco de los 10 años del movimiento Ni Una Menos. Fue una jornada cargada de emoción, bronca y compromiso colectivo frente al recrudecimiento de la violencia de género en todo el país.
Diez años después del grito que nació tras el femicidio de Chiara Páez en 2015, las cifras siguen estremeciendo: en Argentina, matan a una mujer cada 28 horas. El retroceso de las políticas públicas en materia de género —incluido el cierre del Ministerio de Mujeres y la eliminación de presupuestos destinados a prevención— profundiza una crisis que golpea cada vez con más fuerza.
El caso de Antonella Aybar, asesinada en mayo en la provincia, fue uno de los motores que impulsaron esta nueva movilización. “A mi hija la mató su femicida, pero también la mató el Estado ausente”, denunció su padre ante los presentes.
La movilización en Caleta formó parte de una jornada nacional donde distintas ciudades recordaron, denunciaron y exigieron. Con carteles, pañuelos y cantos colectivos, se exigió el fin de los femicidios, el fortalecimiento de las redes de contención y la efectiva implementación de leyes como la Ley Micaela y la Ley Brisa.
A pesar del contexto adverso, el movimiento feminista mostró que sigue de pie, con nuevas generaciones que se suman a la lucha. “Las pibas nacen feministas”, dijo una de las referentes locales durante el acto de cierre.
La lucha continúa. Porque cada nombre que ya no está sigue siendo bandera. Porque queremos vivir libres, sin miedo, con un Estado que proteja, no que abandone.
