La Corte Suprema ratificó la condena a seis años de cárcel contra Cristina Kirchner por corrupción. A los 72 años, la expresidenta se encamina a cumplir prisión domiciliaria, como Carlos Menem en 2001. Pero esta vez, la sentencia es firme. ¿Qué papel juegan hoy los Menem en el círculo íntimo de Javier Milei?
Cristina Fernández de Kirchner ya tiene condena firme. La Corte Suprema de Justicia confirmó este martes el fallo en la causa Vialidad, que la encuentra culpable por administración fraudulenta en perjuicio del Estado. La pena: seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
Debido a su edad (72 años), la expresidenta no pisará una celda. Todo indica que cumplirá la condena bajo arresto domiciliario. Pero esta vez no hay margen para eludir el peso simbólico ni jurídico del hecho: por primera vez en democracia, un expresidente será efectivamente condenado y penado por corrupción.
Menem, el antecedente sin condena firme
En junio de 2001, Carlos Menem fue detenido por el tráfico ilegal de armas a Ecuador y Croacia. Tenía 70 años y, tras declarar, se le concedió el arresto domiciliario en la quinta de su amigo Armando Gostanián en Don Torcuato. La imagen del expresidente tras las rejas conmocionó al país. Pero la historia le dio una salida: la Corte lo liberó por “falta de plazo razonable” y años más tarde fue absuelto. Nunca hubo condena firme.
Cristina, en cambio, enfrenta una sentencia ratificada por la más alta instancia judicial. Y no tiene fueros ni bancas a las cuales aferrarse.
¿Un déjà vu con otra trama?
El regreso del apellido Menem al centro del poder no es solo una coincidencia de archivo. Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana del Presidente, trabaja codo a codo con Eduardo “Lule” Menem, sobrino del expresidente. Es uno de los operadores más influyentes del gobierno libertario. La familia Menem, que hace dos décadas sobrevivía al escándalo desde una quinta con vigilancia, hoy ocupa posiciones de decisión clave.
¿Hay continuidad ideológica entre aquel menemismo judicializado y el mileísmo gobernante? ¿Qué lugar ocupa la impunidad, ahora que el aparato estatal juega a favor de otros intereses?