16 junio, 2025 8:40 am

CRISTINA EN PRISIÓN: MILEI CAPITALIZA EL VACÍO Y REDIBUJA EL MAPA DEL PODER

La detención de Fernández de Kirchner reordena el tablero político: reacciones, silencios y maniobras de un oficialismo que acelera su proyecto con una oposición fragmentada.

La detención de Cristina Fernández de Kirchner, ejecutada tras la ratificación de su condena por la Corte Suprema, no es apenas un hecho judicial: constituye un terremoto político, simbólico y cultural. Quien fuera dos veces presidenta, referente indiscutida del peronismo del siglo XXI y figura transversal de odios y lealtades, quedó afuera del juego. Y la escena política, como todo ecosistema sometido a un colapso de referencia, comenzó de inmediato a redibujarse.

EL SILENCIO COMO ESTRATEGIA PRESIDENCIAL

Javier Milei eligió la contención como gesto. Sin declaraciones altisonantes, sin aprovechar la oportunidad para denostar al adversario vencido, el Presidente optó por dejar hablar a la Justicia y al mercado. En su entorno, sin embargo, se multiplican las señales: el plan de reformas que parecía empantanado se acelera. La “reorganización económica total”, según definiciones de altos funcionarios del Ministerio de Economía, avanza con un nuevo impulso. Se revisan proyectos de ley, se endurecen estrategias de negociación en el Congreso y se monitorea con especial atención la reacción social. El Gobierno lee el momento como “una ventana histórica” para consolidar el rumbo.

UNA OPOSICIÓN ENTRE EL LUTO Y LA DESORIENTACIÓN

La caída de Cristina dejó al peronismo en una encrucijada existencial. Sin liderazgo claro, sin narrativa unificada y con una base militante que oscila entre el duelo, la bronca y la movilización, el Partido Justicialista se enfrenta al peor de sus escenarios: ser oposición sin una figura aglutinante. Mientras sectores cercanos a La Cámpora denuncian “proscripción judicial”, otros barones del conurbano claman por una renovación urgente. Las primeras marchas en Plaza de Mayo mostraron fuerza callejera, pero también confusión discursiva. La pregunta ya no es si Cristina puede volver, sino quién —si es que alguien— puede sucederla.

MERCADOS, PODER JUDICIAL Y UN NUEVO CLIMA DE ÉPOCA

Los mercados financieros reaccionaron con moderado optimismo. El índice Merval subió un 2,8% tras conocerse la confirmación de la sentencia, y el riesgo país cayó a niveles previos a abril. Las calificadoras de riesgo lo interpretaron como “un paso hacia una institucionalidad más sólida”, aunque advierten que el impacto económico será de largo plazo. Más allá del análisis técnico, el clima general oscila entre la cautela y la expectativa. En el plano judicial, la Corte Suprema quedó expuesta como un actor central: su fallo no solo ejecuta una condena, sino que inscribe una lectura sobre el pasado reciente y sobre el umbral que el país está cruzando.

LA DISPUTA POR EL RELATO

“Cristina no fue condenada por corrupta, sino por lo que representa”, escribió el periodista y escritor Martín Rodríguez en su newsletter Panamá. Y es esa dimensión simbólica —más que jurídica— la que está en disputa. Mientras el oficialismo ensaya un relato de restauración institucional (“la ley se cumple incluso con los poderosos”), el kirchnerismo insiste en que se trata de una venganza política, una persecución de Estado, un intento de borrar del mapa a quien encarnó durante dos décadas el último proyecto político popular con capacidad de movilización.

EL EFECTO EN LA CALLE Y EN EL CONGRESO

En Balcarce 50 reconocen que se esperan semanas de movilización, pero que el “clima social general” no parece inclinarse hacia la protesta masiva. La inflación continúa a la baja, la emisión está contenida, y aunque el desempleo sigue elevado, hay una percepción de “control del timón” por parte de la gestión Milei. En el Congreso, la situación es más volátil: la detención de CFK podría agrupar a ciertos bloques peronistas reacios al Presidente, pero también dividir aún más al panperonismo. El oficialismo toma nota y ajusta su agenda legislativa: la ofensiva sobre el sistema previsional y la segunda fase de desregulación estatal se adelantan.

¿UN NUEVO CICLO POLÍTICO?

Lo que comenzó como un proceso judicial por la obra pública en Santa Cruz terminó detonando el ciclo político que rigió buena parte de los últimos veinte años. El kirchnerismo no desaparece, pero queda herido. El mileísmo no se impone aún como hegemonía, pero gana tiempo y aire. La disputa que viene será más silenciosa, más estructural: quién logra construir sentido, ocupar el centro simbólico de la escena, y ofrecer —más allá del ajuste y la condena— una promesa de futuro.

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