30 junio, 2025 12:42 pm

GOBERNAR CON FE: EL CAMINO QUE TRAZA EL PRESIDENTE DEL SALVADOR

En tiempos donde la política parece haber renunciado a toda trascendencia, hay un presidente que desafía los moldes del sistema global y decide gobernar desde un lugar distinto: la convicción, la soberanía… y la fe.

Nayib Bukele, presidente de El Salvador, ha vuelto a marcar el rumbo con una decisión que trasciende lo educativo para transformarse en un acto de autoridad cultural y espiritual: eliminar la perspectiva de género del sistema educativo público. Una medida que, en el marco de los valores fundacionales de su pueblo, es más que una política pública: es una declaración de principios.

“No permitiremos ideologías en las escuelas”, afirmó. Y en esa frase hay mucho más que una postura sobre educación. Hay una defensa explícita de la niñez, de la familia, y de una forma de entender al ser humano que pone en el centro lo natural por encima de lo impuesto, lo esencial por encima de lo transitorio.

El ministro de Educación, José Mauricio Pineda, confirmó que las guías, libros y materiales que promovían la ideología de género ya han sido removidos. Y detrás de esa limpieza simbólica, se percibe algo más profundo: el intento de recuperar el alma de un país que no quiere convertirse en un experimento social.

Bukele, criticado por muchos, admirado por millones, no le habla solo a El Salvador. Le habla a América Latina. Le habla a una generación que ve cómo los valores se diluyen bajo la promesa de libertades que terminan siendo grilletes mentales.

Porque gobernar también es decir basta. Gobernar es proteger. Gobernar, a veces, es poner la otra mejilla… pero otras veces, es poner los límites.

En un mundo donde las potencias se doblegan ante lobbies, Bukele no pide permiso. Pero no lo hace desde la soberbia. Lo hace, quizás, desde una fe profunda. Desde esa relación directa con Dios que muchas veces se pierde entre pasillos grises del poder. En sus discursos, en sus decisiones, y en su forma de caminar con el pueblo, se percibe una certeza invisible: la política, cuando se hace con valores, puede ser un acto de servicio sagrado.

Tal vez por eso lo atacan. Porque lo que incomoda no es su estilo, ni sus decisiones. Lo que realmente molesta es que haya un líder que no le reza al mundo, sino a Dios.

Y en esa conexión, en esa línea recta entre cielo y tierra, Bukele sigue escribiendo su parte en la historia. Y El Salvador, de a poco, también.

Compartir noticia
WhatsApp
Telegram

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio