El expresidente exige recortes inmediatos mientras Powell defiende su estrategia de prudencia; un miembro interno propone actuar en julio y despierta tensiones dentro del organismo.
En un nuevo capítulo de confrontación monetaria, el expresidente Donald Trump volvió a cuestionar con fuerza a la Reserva Federal, liderada por Jerome Powell, por mantener las tasas de interés estables entre 4,25 % y 4,50 %. Trump insiste en una reducción de hasta 2,5 puntos, argumentando que esa baja aliviaría la creciente carga financiera del gobierno, amenazando incluso con no renovar a Powell y aspirando, de broma, a nombrarse a sí mismo presidente del banco central .
Sin embargo, Powell ha reiterado la postura oficial de “ver y esperar”, priorizando observar los efectos de los aranceles y los riesgos inflacionarios antes de cualquier movimiento . El enfoque se centra en evitar que una subida puntual de precios se convierta en un problema persistente. Los futuros del mercado proyectan recortes hacia septiembre como el escenario más probable .
El punto de inflexión lo aporta el gobernador Christopher Waller, nominado por el propio Trump, quien sugirió que un primer recorte podría tener lugar “tan pronto como en julio” si los datos del mercado laboral lo justifican . Waller subraya que, pese a ciertos signos de debilidad —como aumento del desempleo juvenil y desaceleración manufacturera— la inflación se mantiene controlada y un inicio temprano en la baja de tasas permitiría actuar con flexibilidad .
No obstante, la divergencia interna es notable. Si bien una mitad del Comité de Mercado Abierto apoya dos recortes de 0,25 % antes de fin de año, otro bloque prefiere posponer la decisión hasta 2026 ante el riesgo de aranceles y tensiones globales . La estrategia de Powell de esperar más evidencia contrasta con la postura más activa de Waller —quien, según analistas, gana terreno como posible sucesor de Powell cuando concluya su mandato en mayo de 2026 .
La polémica no es sólo técnica: es también política. Trump ha tildado a Powell de “estúpido” y “tarde”, planteando la posibilidad de reemplazarlo con figuras como Waller o el exgobernador Kevin Warsh —más ortodoxo pero con credenciales republicanas— para alinear las decisiones de la Fed con sus intereses .
¿Qué esperar ahora?
Si continúa la fortaleza de datos sobre empleo e inflación, Powell mantendrá su estrategia prudente, lo que postergaría recortes hacia septiembre o finales de año.
Si en cambio surgen señales claras de desaceleración, Waller podría impulsar un recorte en julio, actuando como voz disidente desde dentro.
La influencia política de Trump, aunque ruidosa, podría tener efectos limitados si el Comité mantiene cohesión y prioriza su mandato técnico.
En definitiva, la Fed camina en una línea cada vez más delgada: debe equilibrar la independencia institucional y la credibilidad con las crecientes presiones políticas, económicas y mediáticas. De este conflicto interno puede surgir el próximo gran giro de la política monetaria estadounidense.