29 julio, 2025 1:54 pm

LA FAMILIA DE IAN MOCHE DEMANDA A MILEI

Para que elimine un posteo ofensivo contra el niño autista

La familia de Ian Moche, de 12 años y referente destacado en la difusión del autismo, presentó hoy una demanda judicial contra el presidente Javier Milei. Solicitan que el mandatario elimine una publicación en su cuenta oficial de X (ex‑Twitter), que difunde un mensaje “agraviante” contra el menor, y que se abstenga de compartir mensajes similares en el futuro.

El posteo en cuestión —realizado el 1° de junio— fue un repost de una cuenta llamada “Hombre Gris”, que acusaba al periodista Paulino Rodríguez y a Ian de “operar políticamente” contra el gobierno, y calificaba a la familia de “ultrakirchnerista”, acompañando imágenes del niño junto a figuras como Cristina Kirchner y Sergio Massa . Milei agregó su propio mensaje: “Paulino siempre del lado del mal… Siempre del lado de los kukas, no falla”.

Ian mantiene una intensa actividad de concientización desde 2022, y en marzo de 2024 se reunió con el director de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, quien dijo: “Si vos tuviste un hijo con discapacidad, es problema de la familia, no del Estado”, una afirmación que luego negó . Rechazado públicamente por Ian en un programa de LN+ conducido por Paulino Rodríguez, el cruce terminó en llanto del niño.

La presentación judicial, realizada en el Juzgado Federal Nº 4 de La Plata, argumenta que el reposteo con adhesión activa de Milei amplificó un daño moral y vulneró el interés superior del niño, con posible responsabilidad constitucional y convencional. El mismo recurso legal sostiene que, al compartir un mensaje de esa naturaleza, el presidente actuó en calidad institucional, no personal.

El abogado que patrocina al menor, Andrés Gil Domínguez, presentó la demanda de manera gratuita (pro bono). Exigen la eliminación del posteo y una medida preventiva para prohibir futuras publicaciones semejantes.

¿Quién es Ian Moche?

Ian Lescano, conocido en redes como “Ian Moche”, es un joven activista que, junto a su madre Marlene, comparte contenido sobre el trastorno del espectro autista. Con más de 400.000 seguidores en Instagram, promueve prácticas como las pelotitas de tenis bajo los bancos para reducir el impacto sonoro en las escuelas y técnicas de autocontrol frente al aplauso .

Desde los 8 años, logró importantes avances en comprensión social y sensorial. Organizó campañas contra la pirotecnia, promovió herramientas visuales y sensores de autorregulación, y visitó el Congreso bonaerense para explicar cómo el ruido fuerte afecta a su cerebro.

El niño y su familia se definen como no partidarios: recorren referentes de todos los signos políticos para difundir su experiencia, incluyendo encuentros con Larreta, Massa y la propia Cristina Kirchner, aunque nunca han aceptado cargos públicos ni financiamiento comercial.

Reacciones y contexto

El caso generó amplio repudio: Amnistía Internacional denunció que “ninguna diferencia política justifica la exposición ni humillación pública de un niño” . Otros referentes políticos, como María Eugenia Vidal (PRO) y Eduardo “Wado” de Pedro (exministro kirchnerista), pidieron respeto por la infancia y condenaron la violencia simbólica.

Incluso en la Coalición Cívica presentaron un proyecto para solicitar la renuncia de Spagnuolo y repudiar públicamente el reclamo presidencial.

Este caso se enmarca en el debate sobre la Ley de Emergencia en Discapacidad, que el Congreso debatirá esta semana. El gobierno se opone argumentando metas de déficit cero, mientras organizaciones de personas con discapacidad alertan sobre recortes en pensiones e ingresos.

Vivimos en una era digital donde un mensaje presidencial puede alcanzar a millones en segundos. Pero cuando ese mensaje apunta a un niño —y más aún a uno con una condición vulnerable como el autismo— el efecto puede ser devastador. La acción legal de Ian y su familia no solo busca reparar un daño personal, sino redefinir los límites éticos de la comunicación política. Exigir la retirada de un post ofensivo no es una restricción a la libertad de expresión: es un pedido por decencia, empatía y responsabilidad institucional. Y más aún, es un reclamo en defensa de los derechos de la infancia y la dignidad de quienes, como Ian, abren espacios de inclusión sin pedir nada más que respeto.

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