2 agosto, 2025 10:52 am

USÓ PINTURA INDUSTRIAL PARA “MEJORAR” LA COMIDA Y 230 NIÑOS FUERON ENVENENADOS

El extremo caso de Tianshui, China, expone graves fallas en la seguridad escolar: autoridades arrestaron a seis personas y detectaron niveles de plomo hasta 400.000 veces superiores a lo permitido

En uno de los episodios más inquietantes de los últimos años en materia de seguridad alimentaria escolar, más de 230 niños de un jardín de infantes en la provincia de Gansu resultaron intoxicados con plomo tras consumir alimentos teñidos con pintura industrial. La investigación estatal reveló que la directora del establecimiento ordenó “mejorar” el aspecto de los platos para atraer más inscripciones, lo que desembocó en una cadena de negligencias y encubrimientos, con consecuencias sanitarias de alto impacto.

De los 251 alumnos del jardín Peixin, ubicado en la ciudad de Tianshui, 233 presentaron niveles elevados de plomo en sangre y 201 debieron ser hospitalizados, según la agencia estatal CCTV. Los análisis de laboratorio identificaron niveles de plomo en pasteles de dátiles y panes con forma de maíz de hasta 1.340 mg/kg, cifra 2.000 veces mayor que el límite nacional legal. En algunos casos, el pigmento utilizado superó en 400.000 veces los estándares permitidos .

Imágenes de cámaras de vigilancia muestran a una empleada mezclando polvo de pigmento de colores brillantes en la masa, y testigos relataron que las dosis de pintura estaban claramente etiquetadas como “no aptas para consumo humano” . El dinero invertido en estas sustancias buscaba dar una falsa impresión de platos más atractivos, con expectativa de aumentar la matrícula.

Las fallas no se detuvieron allí: un informe oficial advirtió sobre manipulaciones fraudulentas en los análisis médicos. El laboratorio del Hospital Popular Segundo de Tianshui —a cargo de hacer los primeros análisis— habría alterado resultados para bajar los niveles de plomo detectados en dos niños, lo que derivó en investigación judicial .

Las autoridades ya detuvieron a seis personas, entre ellas la directora de apellido Zhu y un inversor, y se iniciaron procesos disciplinarios contra 27 funcionarios de la escuela, hospitales y organismos de control. Además, se efectuaron redadas y se clausuró el establecimiento .

Este escándalo se suma a una serie de casos que comprometen la confianza pública en los sistemas de control. El antecedente más grave en China fue la contaminación de leche infantil con melamina en 2008, que enfer­­mó a cientos de miles de bebés. Sin embargo, esta vez el foco está puesto en un jardín de infantes, lo cual despierta aún mayor alarma: la exposición al plomo en niños pequeños puede causar daño neurológico crónico, afectando tanto el desarrollo físico como cognitivo .

Tras el episodio, padres en Tianshui protestaron frente al establecimiento, enfrentados con la policía, reclamando justicia y medidas preventivas reales . Las autoridades provinciales ofrecieron disculpas públicas y comprometieron una reforma integral de las inspecciones en jardines de infantes privados —el informe reveló que no se controlaban desde hace dos años— .

La Organización Mundial de la Salud alerta que no existe un nivel seguro de exposición al plomo en la infancia. Este episodio expone no solo la urgencia de reforzar los protocolos de manipulación de alimentos en escuelas, sino también el peligro que representa la falta de supervisión institucional y la posible corrupción en su aplicación.

El caso de Tianshui impone una lección clara: la seguridad alimentaria en los entornos educativos no admite improvisaciones ni atajos. El uso de sustancias tóxicas con fines estéticos revela una falla profunda en la cultura del cuidado infantil y en la responsabilidad de quienes deberían protegerla. En un país que busca pulir su imagen internacional, esta tragedia local marca una inflexión dolorosa y exige acciones efectivas para evitar que una medida estéticamente tentadora se transforme en un veneno para los más vulnerables.

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