22 agosto, 2025 5:59 am

LAS TASAS DE INTERÉS SE DISPARAN Y ASFIXIAN LA ECONOMÍA REAL

La reciente suba de las tasas de interés por descubiertos bancarios ha puesto en jaque la capacidad de financiamiento de hogares y empresas. En pocas semanas, la tasa mensual para girar en descubierto pasó del 3 al 5 por ciento, lo que implica una tasa nominal anual superior al 60 por ciento.

Según datos del Banco Central y de entidades privadas, el aumento en las tasas de corto plazo fue abrupto. Las cauciones intradiarias llegaron a alcanzar el 80 por ciento anual y luego se estabilizaron en torno al 50 por ciento. En paralelo, los adelantos en cuenta corriente treparon del 36,6 al 86,3 por ciento en pocos días, un nivel que no se veía desde marzo de 2024.

EL GOLPE AL SECTOR PRIVADO Y AL CONSUMO

Este encarecimiento del crédito no solo afecta a los individuos, sino que tiene efectos inmediatos en la economía real. Financiarse con tarjeta ya supera el 110 por ciento anual y el descubierto en cuentas corrientes ronda el 130 por ciento. En algunos bancos privados, el costo financiero total del descubierto asciende al 273 por ciento anual y, sin acuerdo previo, llega a superar el 300 por ciento.

Para las pequeñas y medianas empresas, cubrir baches de caja con descubierto implica hoy asumir costos que resultan casi imposibles de sostener. Los altos intereses también desincentivan el crédito productivo, lo que frena la actividad económica, retrasa inversiones y erosiona el empleo.

CAUSAS MONETARIAS Y POSIBLE REVERSIÓN

Economistas señalan que el origen de esta escalada está en el desarme abrupto de instrumentos de liquidez, como las letras de corto plazo, y en la fuerte absorción de pesos por parte del Estado. El Banco Central y el Tesoro endurecieron las condiciones para contener presiones cambiarias, aunque a costa de encarecer el financiamiento.

En el organismo monetario se evalúa habilitar una ventanilla permanente para proveer liquidez directa a los bancos y evitar nuevos saltos de tasa. También se menciona la posibilidad de un manejo más gradual de la absorción de pesos para moderar el impacto sobre la economía real.

UN ESCENARIO ECONÓMICO QUE SE ENFRÍA

El actual estrés financiero coincide con un contexto recesivo. La inflación, aunque comenzó a descender —con registros cercanos al 1,5 por ciento mensual en mayo y un acumulado interanual del 43,5 por ciento—, no logra trasladarse a una baja de tasas.

Esta disonancia entre precios más estables y tasas activas disparadas profundiza la caída del consumo. Las familias reducen el uso del crédito y priorizan el pago en efectivo, mientras que las pymes enfrentan mayores costos, menor rotación de mercadería y parálisis en nuevos proyectos.

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