27 agosto, 2025 1:32 pm

EL GOBIERNO DE MILEI JUEGA A TODO O NADA EN LA ECONOMÍA PARA DOMAR EL DÓLAR

Una nueva licitación extraordinaria busca absorber miles de millones de pesos y evitar que la presión cambiaria estalle antes de las elecciones. La estrategia de Milei combina suba de encajes, tasas récord, deuda en dólares y un anclaje cambiario que ya empieza a mostrar sus costos en la economía real.

El Gobierno de Javier Milei volvió a poner a prueba su plan para contener al dólar en un momento clave: lanzó una licitación fuera de programa para absorber unos $5,8 billones que habían quedado en circulación tras un vencimiento reciente. La maniobra, que llega apenas horas después de otro intento de captar fondos en el mercado, expone con crudeza la fragilidad del equilibrio económico. Cada peso que queda suelto amenaza con transformarse en presión sobre el tipo de cambio, y cualquier movimiento brusco en el dólar puede reavivar la inflación justo cuando el Ejecutivo busca mostrar que el “plan motosierra” empieza a rendir frutos.

La apuesta oficial es clara: mantener a raya la cotización del dólar y anclar las expectativas inflacionarias, aunque el costo sea una política monetaria extremadamente contractiva. Con tasas efectivas mensuales en torno al 4 % y un rendimiento anualizado por encima del 69 %, el esquema recuerda a otras épocas de shock antiinflacionario en las que el enfriamiento de la economía fue el precio de la estabilidad cambiaria. El Banco Central, por su parte, sostiene un esquema de bandas que permite que el dólar se mueva entre 1.000 y 1.400 pesos con un crawling peg del 1 % mensual. Una flotación administrada que se presenta como tabla de salvación frente a la volatilidad, pero que exige una vigilancia quirúrgica.

Lo que está en juego trasciende lo estrictamente financiero. La estabilidad del dólar es el corazón del relato político de Milei, que necesita llegar a las elecciones legislativas de octubre con la inflación bajo control. Julio mostró un dato alentador: 1,9 % mensual, con núcleo en 1,5 %, el registro más bajo en siete años. Pero también encendió alarmas: la moneda se depreció cerca de un 14 % en el mismo período y la actividad empezó a mostrar síntomas de fatiga. Los analistas advierten que sostener este esquema de tasas altísimas y colocaciones en dólares puede enfriar aún más la economía, restringir el crédito y posponer cualquier repunte del consumo y la inversión.

El pragmatismo del gobierno quedó en evidencia con la combinación de medidas: deuda en dólares (como el Bonte 2030), licitaciones a contrarreloj para esterilizar pesos, flexibilización de controles cambiarios para tentar divisas del mercado informal y negociaciones permanentes con el FMI para reforzar reservas. Se trata de un plan de “control fino” que intenta evitar un desborde cambiario en la antesala electoral. Sin embargo, la sostenibilidad es la gran incógnita. ¿Hasta cuándo podrá el Ejecutivo pagar tasas exorbitantes? ¿Qué ocurrirá si la inflación se recalienta de nuevo o si el dólar rompe la banda establecida?

Los analistas coinciden en que el “testeo” actual es apenas un anticipo de lo que vendrá. Cada vencimiento de deuda en pesos es un examen de confianza: si el mercado convalida la estrategia, Milei gana tiempo y oxígeno político. Si no lo hace, la presión se trasladará sin escala al dólar y, por ende, a los precios. El equilibrio es delicado y cualquier error de cálculo puede tener efectos inmediatos en la economía y en las urnas.

El gobierno juega a todo o nada. Contener al dólar se ha convertido en el eje central de la política económica y también en la llave de su futuro político. Pero la pregunta que sobrevuela el mercado y la calle es la misma: ¿cuánto tiempo puede sostenerse este esquema sin que la economía real termine pagando un costo demasiado alto?

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