Cristina Fernández de Kirchner saludó desde su departamento mientras militantes se congregaban frente al edificio en Constitución, en una jornada que reafirma el peso del peronismo tras las elecciones legislativas bonaerenses.
En la tardecita del domingo 7 de septiembre, dos escenas superpuestas cobraron protagonismo en Buenos Aires. Por un lado, los primeros datos oficiales de los comicios legislativos en la provincia indicaron una victoria rotunda del espacio kirchnerista “Fuerza Patria”, que se impuso con alrededor del 47 % de los votos, frente a un 34 % para La Libertad Avanza, es decir, una diferencia de hasta 13 puntos a favor del peronismo. Por otro lado, frente al departamento de Cristina Fernández de Kirchner –ubicado en San José 1111, barrio Constitución– se agruparon decenas de militantes, ansiosos por celebrar y esperar un saludo de la expresidenta.
Poco después de las 19:00, ya se observaba una concentración significativa. Cuando se conocieron los primeros resultados —alrededor de las 21:00—, Cristina salió al balcón acompañada de su hijo Máximo Kirchner y de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, y saludó a una multitud emocionada.
El triunfo fue categórico: con unas 83 % de las mesas escrutadas, “Fuerza Patria” obtenía un 46,9 % frente a un 33,9 % de La Libertad Avanza, mientras que el espacio “Somos Buenos Aires”, vinculado a gobernadores, alcanzaba apenas un 5,4 % . La participación rondó el 63 % del padrón electoral.
Desde el balcón, Cristina Kirchner no solo saludó: también lanzó un mensaje político contundente vía X (antes Twitter). Cuestionó duramente al presidente Javier Milei, criticó la banalización del “Nunca Más” y la estigmatización de sectores vulnerables, y llamó a salir de la “burbuja” para mirar la realidad de argentinos endeudados por comida, alquileres o medicamentos.
En ese mismo mensaje —plasmado en la red social— reafirmó su apoyo al kirchnerismo de cara a los comicios generales del 26 de octubre y llamó a la unidad entre peronismo y cristinismo.
Contexto y antecedentes
Desde junio de este año, la figura de Cristina Kirchner ha sido protagonismo político desde distintos ángulos. El 10 de junio de 2025, la Corte Suprema ratificó su condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua por administración fraudulenta en el caso Vialidad, disposición que se mantuvo firme pese a los recursos de apelación. El 17 de junio la justicia le concedió la prisión domiciliaria.
A raíz de aquellos hechos, el entorno del departamento de CFK —San José 1111— se convirtió en lugar de vigilia de militantes y escenario de movilizaciones, incluso después de un desalojo del gobierno porteño. Esa zona, desde entonces, ha sido nodo recurrente de expresiones de apoyo político y emocional, transformándose en símbolo de resistencia.
Este domingo, sin embargo, dejó de ser un acto reactivo para convertirse en una celebración política: una reafirmación del poder territorial del kirchnerismo y una expresión simbólica del triunfo electoral.
Poder simbólico y estrategia política
La salida de Cristina al balcón tuvo resonancia política inmediata. Se trató de un acto deliberado y cuidadosamente cronometrado: el departamento en Constitución se recuperó como emblema y escenario político, mientras la dirigencia central celebraba en La Plata desde el búnker de “Fuerza Patria”.
El mensaje dirigido a Javier Milei, más allá de su carga ideológica, marcó el contraste entre los modelos de gobierno: uno de confrontación y ajuste, según la expresidenta, y otro que promueve la inclusión y el reclamo social. La mención de temas cotidianos –endeudamiento por gastos básicos y estigmatización– buscó abrir el mensaje al gran público, más allá del núcleo militante.
Se trató de un balance de símbolos y contenido: el balcón como devolución pública del afecto, el tuit como herramienta política digital, y la convocatoria al voto de octubre como consolidación del proceso.
Mirada hacia octubre
La elección bonaerense entornó el camino hacia los comicios generales del 26 de octubre, mencionados tanto por Clarín como por Página/12 . Para el kirchnerismo, este resultado supone un aliento y un discurso de rigor: un mensaje directo a su base, pero también un desafío a la oposición para prever cómo responder políticamente ante un escenario fortalecido del peronismo.
Cristina cerró su mensaje anudando emoción y política: “es un triunfo que nos llena de orgullo pero también de una inmensa responsabilidad por los destinos de esta patria que tanto amamos”. Su salida al balcón consolidó una imagen poderosa: la figura política que, aunque procesada y bajo arresto domiciliario, mantiene un nivel de convocatoria y liderazgo simbólico intacto.